miércoles, 24 de diciembre de 2008

La opulencia y el hambre de fe.

Es maravilloso contemplar cómo tanto la opulencia como la miseria son poderosísimas generadoras de fe. Una fe sólida y consolidada desde el origen de los tiempos.
Para entender el funcionamiento del proceso combinado me ayudaré de éste diagrama:

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- Actualmente existen dos importantísimos reductos para la fe:

+ La fe del hambriento. La pobreza origina fe de dos formas diferentes:
  1. Directamente: cuando se vive en condiciones miserables se necesita algo a lo que aferrarse. La religión proporciona el falso consuelo de que habrá otra vida en la que se hará justicia. Dicho consuelo provoca resignación ante las adversidades y merma considerablemente la búsqueda de soluciones. La consecuencia es un círculo vicioso de pobreza y religiosidad.
  1. Indirectamente: la falta de recursos origina analfabetismo e ignorancia, que a su vez da lugar a más pobreza y a la fe surgida de un pensamiento irracional y supersticioso. La ignorancia, la pobreza y la fe están siempre unidas en un ciclo cerrado en la que cada una de ellas da lugar a las otras dos.
+ La fe de los opulentos. Aquellos que viven en una situación de poder y riqueza que destaca claramente sobre la media de la población acostumbran a necesitar autojustificarse su situación de privilegio. El hecho de creer que son precisamente ellos los elegidos por una divinidad justa en función de sus méritos, es una solución para atajar posibles ataques de remordimiento ante la injusticia. De ésta manera su fe les ayuda a justificar su opulencia por elección divina. Algunas institución ejemplarmente especializadas en la fe del opulento son el Opus Dei y los Legionarios de Cristo.

El punto de encuentro entre los dos ciclos es el que se produce al entrar en contacto la autojustificación del opulento y la resignación del miserable, complementándose mutuamente para estabilizar y asegurar la continuidad del maravilloso proceso generador de fe.
La deducción lógica es que la desigualdad social es una garantía para la fortaleza de Mi Iglesia, que debe hacer todo lo posible por su incremento. Así se complementan y se amplifican los efectos de de la poderosa visceral necesidad de mi existencia y del adoctrinamiento temprano, que se dan al margen de circunstacias económicas. La prueba es que en los países europeos, con mayor porcentaje de clase media e igualdad social, tiene menos efecto la fe nacida de la desigualdad y son los que más rápidamente están olvidando su fe.
Mi Iglesia debe luchar por los privilegios de los más ricos ya que eso garantiza más pobreza y más religiosidad. Dado, además, que Yo tengo a los pobres en especial consideración, es lógico que Mi Santa Iglesia continué luchando porque sigan teniendo tal privilegio, mientras los ricos mantienen a la estructura vaticana, gracias a considerarse elegidos por Mí. Mi caritativa Iglesia siempre ha predicado un mensaje de ayuda a los más pobres con el único propósito de conseguir que sobrevivan mientras son adoctrinados para engrosar el gran rebaño, por otro lado más mermado cada vez los países avanzados. Ésta es la ayuda a la pobreza de la que tanto debe alardear la jerarquía católica, haciendo uso de su proverbial y virtuosa hipocresía, para aumentar su poder.

martes, 9 de diciembre de 2008

La libido de un clero célibe.

Os hablaré hoy, querida feligresía, de un tema tan delicado como es la sexualidad en el seno de mi Iglesia célibe. El celibato sacerdotal, custodiado por la Iglesia como una perla preciosa, conserva todo su valor también en este tiempo, caracterizado por una profunda degeneración de mentalidades y estructuras. Cada día es mayor el clamor que solicita a mi institución que reexamine sus posiciones en este aspecto, haciéndolas aparecer como problemáticas e ilógicas en este tiempo.
Conviene en este punto reconocer que el celibato sacerdotal no fue una obligación desde el principio, sino que fue imponiéndose, con dificultad y por motivos filosóficos, económicos y de orden eclesial. De hecho el celibato obligatorio llegó finalmente en el sigo XII, después de un largo y gradual camino desde los inicios del cristianismo hacia la prohibición del matrimonio de los clérigos y de que, en 1095, el Papa Urbano II decretase la venta de las mujeres de los sacerdotes como esclavas y el abandono de sus hijos. Pese a ésto, en el siglo XV todavía la mitad de los sacerdotes estaban casados.
Todos estos aspectos históricos podrían hacer aparecer al sagrado celibato como una mera condición impuesta por la jerarquía católica a lo largo de los siglos buscando una sobriedad más económica que moral. El hecho de que los sacerdotes tuviesen que mantener una familia haría que necesitasen mayores recursos económicos y esto redundaría en un grave perjuicio para las arcas de mi necesitada Iglesia.
También es un hecho el que no hay justificación ninguna en el Nuevo Testamento para ésta práctica pero, queridos feligreses, por muy grande que sea la avalancha de objetivas objeciones, aquellos que viven y han vivido gozosos el ministerio de Cristo conocen bien que del sagrado celibato aflora un amor superior a la vida nueva que brota del misterio pascual; vivida con valiente austeridad y con gozosa espiritualidad. Además de esto, la interpretación tendenciosa de los Evangelios según la conveniencia de la jerarquía católica es un recurso antiguo, muy efectivo y necesario para incrementar el sagrado poder de la institución.


Claro está que en el ser humano el sexo es una necesidad completamente natural y que es imposible llevar a la práctica los postulados teóricos del celibato, de forma que resulta frecuente el hecho que que la mayoría de los sacerdotes heterosexuales cuenten con los favores de amantes, novias ó profesionales del amor. Es por eso que debe existir un completo oscurantismo alrededor de este asunto para evitar que dañe irreparablemente la estructura de mi Iglesia. Ésta elaborada y consolidada estrategia de ocultación de la sexualidad es la que siempre ha atraído en gran modo hacia el sacerdocio a homosexuales deseosos de ocultar su condición mientras siguen manteniendo, igualmente, una vida sexual completamente activa. Dichos homosexuales se convierten así en aparentes militantes fervorosos de una religión que criminaliza de forma implacable su condición. Solo los poseedores de una particular concepción de la pureza necesaria para el contacto con las cosas sagradas se conforman con llevar una vida plena en castidad y se conforman con la masturbación.
El hecho de que todo esto sea así y de que resulte bien conocido en el seno de mi Iglesia que aparenta desconocimiento solo puede explicarse mediante la hipocresía redentora. Porque, queridos feligreses, de alguna forma ha de aplacarse la libido de un clero célibe.
Lo más difícil de explicar podría ser el hecho de que los fieles de mi rebaño sigan tan sumisos a los pastores mi religión, pese a ser, la mayoría, plenamente conscientes de la incongruencia de sus inconfesados devaneos sexuales. Pero en eso, como en la mayor parte de los aspectos de mi religión, son de inestimable ayuda la visceral necesidad de mi existencia y el adoctrinamiento temprano.
Mi Iglesia deberá, por tanto, actuar al margen de la obviedad de que el sexo es inherente a la condición humana y seguir teniéndolo como tema tabú. También aparentará tener a la castidad como un valor precioso de la vida sacerdotal.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Mi infinita arrogancia.

Puesto que soy Yo la causa primera, el Ser Supremo, el único Creador de todo lo existente y el Bien en estado puro, podría parecer que con todo eso ya tendría que tener motivos para conformarme. Pero os equivocáis queridos feligreses, pese a mi infinita perfección tengo aún sigo necesitando:
- Hacer pública ostentación. No me basta con limitarme a una idílica existencia divina y necesito presumir de tan elevadísima posición. Para ello tuve que manifestarme precisamente al ser humano, criatura completamente necesitada de ser elegida por Mí.
- Recibir continuas alabanzas. No sólo soy perfecto para alardear de ello, sino que además requiero de constantes muestras de alabanza. Mi ego supremo debe ser obligatoriamente alimentado por mis creyentes, pobres criaturas mortales e imperfectas, amenazadas con una horrible condenación en caso de negarse a ello. Porque, aunque resulte un poco absurdo y difícil de justificar, es inseparable de mi condición el gusto por sentirme infinitamente halagado. Ni que decir tiene que me encanta que se me construyan los templos más espectaculares y se me hagan las mejores ofrendas.
- Hacerme derrogar. Me encanta regocijarme con la inmensa sensación de superioridad y poder que se experimenta al recibir las súplicas y ruegos de mis creyentes. Pese a que la causa de la súplica sea justa y, en muchos casos, producto de la desesperación, y a que se hayan seguido los procedimientos reglamentarios, tengo que reconocer que en la inmensa mayoría de los casos disfruto desoyéndolos.
El hecho de que mi suprema arrogancia sea tan poco cuestionada por mis creyentes responde al hecho de que simplemente soy un reflejo de sus necesidades. Me necesitan perfecto, pero también humano, porque sólo así ellos podrán considerarse algo especial, y ¿qué hay más humano que el insaciable ego del que precisamente surge la religión?. Es por estar todo ésto tan profundamente imbricado en el subconsciente humano, en el que el fenómeno divino tiene su origen, que nunca se plantea la contradicción entre mi suprema perfección y el infinito placer que siento con la ostentación, el ruego y la alabanza. ¿De qué te sirve ser Dios si no puedes alardear de ello?. Resulta además esclarecedor observar cómo ésta es una característica común a todas las deidades, de las que precisamente Yo soy la única verdadera.
Puesto que forma parte de mi condición divina la necesidad de alimentar el ego con los elogios de mis seguidores y que esa es la oculta y profunda motivación de todo blogger, es que he creado éste blog. Porque es algo completamente ineludible e irresistible si resulta que, verdaderamente, eres Dios.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Mi ley divina.

Siendo yo el ser supremo, omnisciente y todopoderoso decidí crear una serie de leyes de forma completamente arbitraria. En mi eterna bondad no fue nada más que una forma de divertirme constriñendo la libertad que previamente había concedido al género humano, siempre bajo la aterradora amenaza de la condenación. Dichas leyes acostumbran a dividirse en dos tipos:

- Ley natural: contempla el conjunto de las leyes que rigen el Universo. Se pueden hacer tres interpretaciones fundamentales:
  • La interpretación tradicional y la más importante es que la ley natural es la ley que todo hombre tiene en su corazón, dictándole lo que debe y no debe hacer y provocándole su amor por mí. En el primer grupo se encuentran las básicas ancestrales de convivencia el ser humano como animal social. En el segundo está la visceral necesidad de mi existencia. Las normas son anteriores al surgimiento de todas las religiones y para creer que han sido puestas precisamente por mí hace falta un gran acto de fe. De no ser así quedaría patente que el hombre no necesita de los valores absolutos de la religión para fundamentar su sistema moral.
  • Se puede aprovechar a meter en el grupo anterior leyes basadas en interpretaciones bucólicas de la naturaleza, mediante una extrapolación sesgada del comportamiento animal. Es por eso que si perros y gatos sólo practican el sexo con fines reproductivos, se interpreta que el ser humano debe hacer lo mismo. Dichas interpretaciones dan mucho juego.
  • También existe una concepción surgida de la adaptación al nuevo medio creado por el avance científico. En los comienzos de la insolente disciplina científica, las leyes físicas fueron contempladas como una simple amenaza para la tan necesaria concepción mística del Universo. Hay que reconocer que la existencia de leyes fijas e inmutables limitan mi poder pero hoy en día se prefiere usarlas en provecho propio porque pueden ser manipuladas a favor de la causa, siviendo para exaltar mi grandeza y ganar adeptos. Por otro lado siempre es necesario estar vigilante ante los avances científicos para que no dañen la primigenia concepción tradicional basada en la contemplación de perros, gatos y borregos, evitando dislates como los que ocasiona frecuentemente la ingeniería genética.
- Ley revelada: es el conjunto de leyes que en su día dicté al ser humano por el cómodo atajo mental de la revelación. En mi caso se denominan mandamientos y se las endosé en dos tablas de piedra a un tipo que llevaba 40 días perdido por el monte. Se dividen en dos tipos:
  • Leyes que buscan la fidelización a la causa religiosa. Básicamente se exhorta a alabar mi grandeza. Su función es el sometimiento a la autoridad suprema correcta puesto que la visceral necesidad de una existencia divina hacía a al hombre muy vulnerable a las falsas religiones competidoras. Por supuesto, también garantizan la transmisión de la fe por medio del adoctrinamiento.
  • Leyes de carácter moral. Son los fundamentos morales dictados por mí para establecer una moral religiosa absoluta y que coinciden con los que, por medio de la ley natural, lleva la especie humana utilizando desde que existe. Aquí se cae en la contradicción de volver a dictar unas normas que se supone que ya venían de serie en el comportamiento humano. La cuestión tener que hacerlo es que realmente puede llevar a malentendidos el hecho de que los principios morales existentiesen a priori y que sean compartidos posteriormente por las demás religiones. Para despejar las dudas y, puesto que se necesitan argumentos absolutos religiosos para acusar de relativismo moral a los no creyentes, que también comparten los valores de la ley natural, fue necesario redactar los mandamientos por escrito. Además, su formulación como mandato divino, fue muy efectiva en el inicio para dotar a las normas de convivencia preexistentes de las de la máxima autoridad posible, la mía por supuesto, y garantizando así su acatamiento en beneficio del orden social.
Mi Santa Iglesia ha ido interpretando de forma convenientemente subjetiva las supuestas leyes de todo tipo puestas por Mi en el Universo y elaborando una serie de preceptos, de valor absoluto y de obligado cumplimiento por la feligresía, con los que ir gobernando a su rebaño a lo largo de los tiempos. Por supuesto, entre dichos preceptos, debe intercalarse alguno especialmente absurdo como la prohibición del consumo de ciertos alimentos en determinadas fechas, justificados únicamente por motivos locales y temporales determinados, pero que pasado el tiempo son muy eficaces para resaltar mi suprema arbitrariedad.

jueves, 6 de noviembre de 2008

De lo relativo y lo absoluto.

Dado que la religión cumple una función básica de mitigar el ansia humana de conocimiento cuando faltan los datos necesarios, tiene la gran ventaja de que no ser esclavo de éstos. Por lo tanto es lógico que, dado que se crea únicamente en base a cubrir unas determinadas necesidades, se trate de una disciplina repleta de certezas absolutas e inamovibles.
Todas éstas certezas orbitan alrededor de una o varias figuras mágicas y sobrenaturales denominadas dioses. Puesto que el hecho de la divinidad está repleta de contradicciones, cuanto más dioses más contradictoria e indefendible resulta una religión. Pese a que es deseable que la razón quede en un papel muy secundario en el sentimiento religioso, siendo mucho más importantes la fe y la tradición, no es raro que las que más aceptación han ido adquiriendo a lo largo de los tiempos hayan sido las monoteístas. En éstas religiones es un único dios necesariamente omnipotente quien de forma arbitraria crea tanto el mundo físico como las leyes y valores necesariamente absolutos que lo rigen. Dado que todo ésto responde a la necesidad de crear explicaciones fáciles, prefiere obviarse la paradoja de que un Universo regido por leyes y valores absolutos e inamovibles es claramente incompatible con la omnipotencia de su creador, que se ve por lo tanto limitado por éstos.
En cualquier caso, de todos éstos sumos hacedores de verdades absolutas, sólo Yo soy el auténtico y es Mi Iglesia la encargada de su administración y difusión. Porque dicha institución se ha encargado desde sus orígenes de ejercer su proverbial labor pastoril usando lo absoluto de mi verdad como argumento de autoridad. Es así que el poder de mi Iglesia ha gobernado la lo largo de la historia las vidas de los habitantes de muchos países en base a argumentos absolutos, inventados únicamente como parche para subsanar la falta de conocimiento. Por eso la ignorancia resulta tan valiosa y por eso es tan necesario incidir en la importancia de los valores absolutos. Gracias a que cuenta con ellos Mi Iglesia siempre ha atacado a los no creyentes acusándolos de relativismo, del mismo modo que también ataca de manera loable al perverso laicismo.
El gran problema es que los tiempos cambian y eso conlleva la falta de adaptación de los viejos valores absolutos a las nuevas sociedades, que quedan obsoletos e inservibles y pasan a constituir un pesado lastre. Es entonces cuando aparece otro gran problema, la sociedad clama por una revisión de los viejos valores para adaptarse a los nuevos tiempos, sin plantearse que eso implica reconocer que son realmente relativos, lo que conlleva el desmoronamiento del enorme entramado religioso construido únicamente sobre la base del carácter absoluto de mi verdad. Ante la difícil tesitura de que mi religión desaparezca, bien por obsolescencia o bien por evidenciarse como fraudulenta, mi Santa Iglesia siempre ha sabido cómo encontrar la templanza justa para relativizar sus verdades absolutas de la forma más suave posible, protegida por el oscurantismo. Gracias al seguidismo del rebaño y a la necesidad de mis feligreses de creer en algo, la difícil tarea siempre se ha llevado a cabo con considerable éxito, pero la relativización de los principios absolutos ha de hacerse muy despacio para no despertar sospechas y la sociedad cada vez avanza más deprisa…

martes, 4 de noviembre de 2008

Mi suprema arbitrariedad.

Por definición soy un ser infinito, increado y todopoderoso. Dado que nada existía antes que Yo, que fuí el artífice de la creación y que mi poder es ilimitado es evidente que no podía haber criterios previos que limitasen mis actos. Por lo tanto todas las decisiones que he tomado, así como las leyes que he impuesto tienen que ser necesariamente arbitrarias. Matar y robar es malo porque Yo así lo quise y pensar que son actos intrínsecamente malos, al margen de mi decisión, es plantear que el bien y el mal existen antes que Yo y que limitan mi condición, cuestinonando mi propia existencia y anulando todos los argumentos que fundamentan la moral religiosa.

El hecho de que las verdades absolutas que necesita mi religión surjan de manera completamente arbitraria es algo que no resulta fácil de asimilar por Mi Iglesia en su obcecada lucha contra el "relativismo ateo". Es por ser una cuestión tan incómoda que Mi Santa Iglesia trata de negarla constantemente con argumentos completamente inconexos que acaban inexorablemente buscando refugio en el, tan socorrido, Misterio Divino.

En cualquier caso queda claro que mi suprema arbitrariedad es la cualidad principal que rige todas mis decisiones, arrastrando tras de sí a todo el Universo, en una eterna sinfonía de amor.

miércoles, 15 de octubre de 2008

La ignorancia, inmejorable sustrato para la fe.

En éstos impíos días que corren, la ignorancia acostumbra a verse de forma equivocadamente peyorativa, cuando en realidad prácticamente sólo tiene virtudes. Porque, queridos feligreses, ya iba siendo necesario éste sentido alegato en defensa de la ignorancia.
Es gracias a ella, que la mente humana carece del criterio necesario para distinguir lo absurdo de lo razonable, actuando de catalizador en la búsqueda de explicaciones mitológicas y místicas tanto para los fenómenos más cercanos como para las grandes dudas trascendentales. De ésta forma las respuestas más simples y absurdas resulten suficientes y reconfortantes para el ser humano.
Existe una relación inversa entre el grado de cultura de un pueblo y su religiosidad. Es la desmedida demanda que genera la incultura la responsable directa de la enorme proliferación de templos de las más diversas religiones así como de la práctica de todo tipo de rituales de magia negra y brujería, en las áreas del planeta con mayor analfabetismo. Dichos rituales mágicos acostumbran además a mezclarse de manera completamente indiscriminada con los religiosos gracias a la ausencia de las ataduras que produce la razón. Pese a que no es del agrado de Mi Iglesia tal hibridación de fenómenos místicos, es de comprender que tan fundamentados están unos como otros y que es prácticamente imposible separarlos sin menoscabar la credibilidad de ambos por igual. Es, por lo tanto, mucho más conveniente echar mano de la santa hipocresía, ignorar los aspectos negativos y limitarse intentar destilar la fe correcta gota a gota mediante el adoctrinamiento. Dicho adoctrinamiento es, además, indispensable en el lamentable caso de que la ignorancia haya sido usada ilegítimamente por otras confesiones religiosas fraudulentas. Podría pensarse que adoctrinar en el fondo es educar, con los incovenientes que ésto origina pero, ante todo, quiero dejar bien claro que la educación basada en adoctrinamiento religioso no es otra cosa que la consolidación y amurallamiento de la ignorancia. En el caso de los que adoran falsos dioses supone además su encauzamiento.
Con el avance de la cultura tanto la religión como el resto de prácticas supersticiosas van gradualmente dejando de ocupar tan significativo papel en el día a día. El hecho de que la fe no desaparezca completamente en los países más desarrollados tiene mucho que ver con la necesidad que tienen sus habitantes de creerse elegidos por mí y por lo tanto superiores, además de por la omnipresente visceral necesidad de mi existencia. En cualquier caso dichas necesidades sólo sirven por lo general para el mantenimiento de una religiosidad comparativamente mucho más atenuada, más desapasionada y menos absorbente que la existente allí donde predomina la ignorancia más absoluta.
Por otro lado, es completamente necesario, para la salvaguarda de la fe, el intentar frenar todo avance racionalista y del conocimiento. Aunque resulte indudable el que eso es cada vez más difícil, también lo es que afortunadamente el saber es prácticamente ilimitado y que siempre quedará algún oscuro reducto de ignorancia y de falta de explicaciones en el que refugiarse, y al que apelar obstinadamente en la defensa de las respuestas religiosas. Es completamente necesario recrearse y revolcarse en la ignorancia tan gozosamente como lo haría un puerco en el barro, para defender mi propia existencia sin albergar duda alguna, de igual forma que la del resto de fenómenos místicos, supersticiosos y para-anormales.
Otro aspecto que debe llenar de regocijo vuestros corazones es que la ignorancia genera oscurantismo y éste a su vez ignorancia en un proceso retroalimentado y constante de generación de fe.
Resulta maravilloso ver cómo la religiosidad arraiga poderosa en el inmejorable sustrato de la ignorancia, siendo indudablemente en ella donde crece más fuerte y vigorosa. Es, por lo tanto, un valioso don divino, sin la que la persona muy difícilmente pueda llegar a experimentar la más completa plenitud de la fe y sin la que nunca habría alcanzado su privilegiada situación de poder Mi Santa Iglesia.

miércoles, 8 de octubre de 2008

La Creación parte III: la obstinación frente a la razón.

Ante el brutal ataque racionalista iniciado en 1859 con la publicación de "El origen de las especies", una alarmante sombra de duda comenzó a cernirse sobre la tradicional concepción de creación según el modelo del Génesis. Pese a la burla y rechazo con que fue recibido el hecho de que la selección natural fuese el verdadero motor de una evolución incompatible con el relato bíblico, los argumentos esgrimidos por Darwin iban pronto a triunfar debido a su evidente lógica. Mientras mi sabia Iglesia se adaptaba al nuevo medio hostil, una parte de irreductibles cristianos seguía manteniendo sus trasnochadas posturas creacionistas, adoptando una clara estrategia de enrocamiento. Ésta precaria e insostenible postura en la que quedaron de interpretación literal de la Biblia, parecía condenarlos irremediablemente hacia la extinción religiosa por inadaptación. Pero de manera sorprendente, tras un largo periodo de letargo, en la actualidad se produce una proliferación inusitada de defensores del creacionismo principalmente en Estados Unidos. El movimiento recaba el apoyo de grandes fortunas, se rebautiza como "teoría del diseño inteligente" y pretende su reconocimiento como teoría científica. Pese a lo absurdo que pueda resultar el hecho de que la tierra tenga sólo unos miles de años, es digno de elogio el inmenso papel de reintroducción de la fe en los espacios donde se hallaba en franco retroceso. Resulta evidente que se ha sabido explotar de manera magistral la necesidad del pueblo norteamericano de considerarse elegido por Mi.
La argumentación lógica es muy básica e inconsistente pero realmente efectiva a la hora de conseguir defender y difundir de la verdad revelada. Puntos a tener en cuenta:
- Comenzando la casa por el tejado, dicha defensa requiere de un razonamiento inverso basado en un atajo intelectual básico del calibre del de "la teoría del relojero" y sus múltiples versiones simplificadas de "la causa primera" que pretenden demostrar mi existencia con la premisa básica de que hay una creación. Éste argumento es repetido hasta la saciedad obviando un hecho tan simple como es el que primero hay que probar que todo lo que existe es una creación. Los atajos obtienen gran aceptación y amplia difusión entre aquellos que gustan de bajos esfuerzos mentales así como entre aquellos a los que su fe limita y encauza todo razonamiento.
- Podría resultar un poco chocante el que, mientras la máxima pretensión creacionista en la actualidad es su reconocimiento como teoría científica, el primer argumento descalificativo que repiten como papagayos los admirables creacionistas contra el evolucionismo en cualquier discusión sobre el tema es que "es sólo una teoría". De forma muy sabia y, suponiendo que lo sepan, prefieren ignorar que la palabra "teoría" tiene un significado muy distinto en ciencia del de la vida cotidiana.
- Otra estrategia clave es intentar centrar el debate exclusivamente contra la teoría de la evolución, obviando que los postulados creacionistas entran complentamente en conflicto con los fundamentos de otras ciencias como la geología y la genética.
- Aunque reconozco que es realmente desternillante el motivo que se da para la inmensa cantidad de pruebas existentes en contra de la teoría creacionista es que las he puesto Yo para poner a prueba la fe de mis borreguitos.
- Todo está justificado para defender la creación de dos pipiolos primigenios engañados por un ofidio. Pero eso sí, por muy ridícula que sea la defensa del relato del Génesis, se debe ver visto como respetable.
- Los creacionistas ni se plantean siquiera el equiparar su modelo de creación con el del resto de relatos mitológicos de culturas primitivas, aunque sus argumentos pseudoracionales puedan servir para defender igualmente cualquiera de ellas.
Es incontestable que el creacionismo la logrado salir de su tradicional nicho ecológico y demuestra ahora sus cualidades como especie invasora. El secreto de dicha proliferación reside básicamente en el insaciable ego humano, ansioso de haber sido creado como una criatura superior. Ante tales cambios producidos en el entorno, parte de mi Santa Iglesia comienza tímidamente a acercarse de nuevo a las posturas creacionistas.
Siendo yo "El Creador" es completamente comprensible que me caigan simpáticos ésta caterva de fanáticos descerebrados, por que al fin y al cabo, uno tiene su corazoncito.

domingo, 28 de septiembre de 2008

La causa primera.

El argumento de la causa primera es probablemente el más desgastado por el uso de cuantos se utilizan para intentar probar mi indudable existencia. El intrincado razonamiento se resume diciendo:

1 - Todo tiene una causa.
2 - Ninguna causa puede crearse por sí misma.
3 - La cadena de causas no puede ser infinita.
4 - Debe existir una causa primera.

Se llega entonces a la conclusión de que debe existir una causa primera, incausada e infinita. Esa causa no puede ser en modo alguna desconocida y es automática y tendenciosamente esgrimida como prueba determinante a favor de la única hipótesis barajada, la existencia del ser que hasta ahora todo el mundo conocía exclusivamente de oídas y que soy Yo, el Creador.
Reconozco que es un razonamiento simple de los que suelen causar furor en mi rebaño, pese a ser bastante chapucero, porque las siguientes preguntas que surgen son: ¿por qué nada puede ser infinito e incausado excepto Yo?, ¿No puede acaso ser infinito el Universo él solito sin necesidad de que exista ningún señor con barbas?, ¿quién creó al Creador?.
Éstas preguntas podrían fácilmente desbaratar toda la argumentación lógica si no fuese porque supondrían aceptar un límite en el conocimiento de las grandes preguntas trascendentales. Por suerte para la fe, para evitar el surgimiento de un vacío tan enorme existe un mecanismo atávico del razonamiento humano que se encarga de establecer de forma arbitraria la causa primera, impidiendo que la mayor parte de las personas vayan más allá y se limiten a conformarse con tan chapucera explicación. Así es como consiguen vivir plenamente reconfortadas en la esperanza de la fe.
Una forma de incrementar enormemente la aceptación de la demostración basada en la causa primera entre quienes aquellos más indolentes a la hora de razonar es simplificarlo al máximo quedándonos la "teoría del relojero" y sus múltiples versiones en las que sólo cambia el gremio. El pseudorazonamiento que muchos creyentes acostumbran a repetir como loritos es el siguiente: la existencia de un reloj es una prueba evidente de que existe un relojero, por lo tanto la existencia de una creación es la prueba evidente de la existencia de un Creador. La premisa fundamental es partir del concepto de creación, que es la innegable consecuencia de la existencia de un Creador, cerrando así el círculo del razonamiento.
Es muy importante el que mis feligreses tengan presente en todo momento que aquel que, de forma obstinada, continué destacando las contradicciones del argumento de la causa primera caerá en herejía y será automáticamente condenado. ¡Que ese tipo de preguntas sólo se las hacen los ateos!.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El único Dios verdadero. La distribución geográfica de la fe.

Pese el incontable número de dioses a los que se les adora ó se les adoró en el pasado, sólo uno puede ser el verdadero. Cada creyente sabe elegir sabiamente de entre todos aquel que le resulta más creíble. Es vital el que, en una elección tan fundamental en su vida como es la de atinar con el único verdadero para que toda su dedicación no sólo no caiga en saco roto sino que no le avoque a una condenación aterradora, dicho creyente disponga de la suficiente información y decida con pleno conocimiento de causa.
Al contrario que el abominable ateo, el creyente es una persona que decide de forma totalmente consciente y madura su anexión a la fe que marcará su vida. Cualquier injerencia externa que perturbe su juicio, menoscabando la necesaria objetividad debe por tanto considerarse negativa.
El hecho de que la inmensa mayoría de creyentes se limite a profesar la fe dominante en su entorno geográfico y/o familiar podría interpretarse como el producto de una elección religiosa basada en el adoctrinamiento y en la necesidad de creer a cualquier precio, de forma que toda actividad racional estaría completamente limitada y al servicio de la fe preinstalada. También sería indicativo de que se adolece completamente de cualquier comparación objetiva y documentada de la fe propia con respecto al resto de las existentes o extintas.
Si analizamos el siguiente mapa se puede apreciar claramente la gran parte del mundo ocupada por gente que milita en una religión de forma irracional y desinformada, por simple borreguismo.


Resulta totalmente patente el hecho de que sólo las zonas de color amarillo han realizado su elección de manera juiciosa. Es curioso, además, el hecho de que, siendo así, la fe verdadera se halle concentrada en determinadas áreas geográficas igual que el resto, pero eso no debe llevar en ningún caso a engaño y la prueba es que han acertado en su sesuda elección.
Es curioso además como el creyente acostumbra a ver a las religiones diferentes de la suya como simples ritos al servicio de una mitología heredada de sus ancestros, mientras que la suya es la única verdadera.
Qué duda cabe que la falta de información es un grave peligro que acecha a mis pobres corderitos y que puede terminar apartándolos del rebaño. Pero aún más perniciosa si cabe es el que dicha información sea fraudulenta y engañosa porque podría tener como consecuencia el hecho de creer por creer. Aunque después de lo expuesto pueda parecer una postura hipócrita, es muy importante mantener a salvo al individuo de toda la influencia maligna de las religiones desde la más tierna infancia a excepción de una, la mía, porque sólo hay un Dios verdadero y qué duda cabe de que ese soy Yo.

lunes, 8 de septiembre de 2008

La hipótesis de mi existencia.

La existencia de una ó varias deidades es la más temprana, la más simple y la más reconfortante hipótesis surgida para explicar el mundo cuando la especie humana alcanzó el grado de inteligencia suficiente para permitirle plantearse las grandes dudas trascendentales.
Ante la total falta de conocimientos previos fue completamente inevitable el que se plantease la hipótesis de que algún ser superior, mágico y con poderes verdaderamente extraordinarios era el responsable de todo. Había una necesidad acuciante de verdades reveladas y una visión completamente mística del Universo.
La más antigua hipótesis que aún perdura hoy en día, sigue sin avances para lograr su demostración y todas las presuntas pruebas iniciales ido siendo gradualmente descartadas con el desarrollo del conocimiento humano. Por tanto, sólo puede aspirar a mantenerse vigente como tal, en base a la falta de pruebas de su falsedad, pese a que con el tiempo se vayan acumulando estrepitosamente los indicios de que se trata de un mero atajo intelectual.
El concepto de deidad implantado en el cerebro humano y la falta de perspectiva, han hecho olvidar ya el hecho de que sólo es una hipótesis completamente primitiva, formulada en los tiempos de mayor ignorancia del ser humano y transmitida de generación en generación. Es por ésto, queridos feligreses, que mi existencia ya no tiene que ser probada, invirtiendo el sentido lógico de razonamiento y la carga de la prueba. Así podréis dedicaros gentilmente al disfrute de vuestra fe como alegres borreguitos.

martes, 2 de septiembre de 2008

Mis elegidos.

El hecho de considerarse elegido por Dios es algo muy frecuente en la historia y ha supuesto siempre la razón última esgrimida cuando se trata de alardear de superioridad en el ser humano. El argumento autojustificante y circular se puede expresar como: soy superior porque he sido elegido por Dios y si he sido elegido es porque soy superior.

- A nivel de especie. Al ser humano le gusta creerse la especie central de la creación.
  • Para los creacionistas lo es desde el primer momento.
  • Para muchos evolucionistas es la culminación del proceso evolutivo, entendido así como un premio a la superioridad.
El sentimiento humano de superioridad consiguió sobreponerse al hecho de no ocupar el centro del Universo.

- A nivel de grupo. Son innumerables los pueblos que se han considerados elegidos por su divinidad a lo largo de la historia. De hecho, es difícil que un pueblo crea un un dios que no le tiene a él un afecto especial. Puede haber de ésta forma dos casos:
  • Que los pueblos se creen un dios a medida de sus necesidades y que, por supuesto, les tenga a ellos como elegidos. En mi caso, fue el pueblo judío quien así lo hizo.
  • Que versionen un dios preexistente de forma que les tenga en especial consideración. Eso ha pasado mucho en la historia y especialmente en los imperios, aplicando el razonamiento de superioridad expuesto al principio. Hoy en día se ve ésto claramente en Estados Unidos, pero en España ocurrió en el pasado y sigue siendo así para los nostálgicos del régimen que se autoproclamó "reserva espiritual de Occidente".
Los pueblos elegidos por su Dios han sido una constante en la historia bélica de la humanidad.

- A nivel individual. Aquel individuo que goza de un desmedido afán de superioridad también acostumbra a autoproclamarse elegido por Dios. El ser mi elegido puede tener algunos usos como:
  • Es un gran antídoto contra los remordimientos de conciencia experimentados en el caso de la persona que vive una vida acomodada y placentera mientras es consciente de la miseria que padecen sus semejantes sin dignarse a hacer nada.
  • Un uso más inquietante que suele hacerse es aquel que se da cuando el sujeto utiliza el argumento como justificación para dominar a su pueblo. Es algo recurrente en la historia de la especie humana.
El concepto de haber sido elegido por Mí es de gran importancia para el sentimiento religioso, resultando muy beneficioso por favorecer su difusión. Ni qué decir tiene que Yo no elijo así como así, abundando los impostores, pero no deja de resultarme un tanto gracioso el asunto del orgullo humano. Otra cosa sería que el carácter pretencioso del éste fuese un paso más allá y le hiciese a alguien creerse el mismo Dios y, por ejemplo, hiciese un blog...

miércoles, 20 de agosto de 2008

La verdad revelada.

El ser humano es una criatura de naturaleza curiosa que siempre ha necesitado explicación para cuanto ocurre a su alrededor. Pero mientras que el ansia de razones es universal no lo es tanto el gusto por el razonamiento. Los principales factores que dificultan enormemente la obtención de respuestas sencillas e inmediatas son:


- El límite en la capacidad mental humana.
- La falta de los conocimientos necesarios.
- La pereza intelectual manifestada en forma de "razonamiento de baja intensidad".

Cuando surge alguno de éstos obstáculos acostumbra a aparecer de inmediato otra faceta inseparable de la condición humana que es la búsqueda de atajos intelectuales, en forma de pseudorazonamientos vagos e incompletos que sólo buscan simplicidad en la respuesta. La innata tendencia para la formulación de explicaciones inconsistentes pero fáciles con los que acallar de forma engañosa la curiosidad intelectual es la causa del gusto humano por la superstición, la religiosidad y los fenómenos para-anormales. Éste tipo de pseudorazonamientos producen, muy a menudo, una indescriptible fascinación.

El desconocimiento de las respuestas racionales para ciertas cuestiones (tanto a nivel individual como de especie) no implica que éstas no existan, aunque algunas podrían incluso ser inaccesibles para la inteligencia humana. Aceptar ésto, sin incurrir en la invención de respuestas sin base racional, alguna, es algo que por suerte sólo hacen los más escépticos y ateos.

Existiendo tal demanda de explicaciones infundadas, simples y rápidas, es obvio que algo había que hacer. Un Dios como yo, plenamente bondadoso, anduve presto a facilitar las cosas diciendo cuatro cositas básicas que evitasen a mis queridos borregos arduos razonamientos o, lo que es peor, la aceptación de las falsas verdades de religiones fraudulentas. Dichos atajos, en forma de verdades absolutas, constituyen los dogmas de mi Iglesia y son del todo inamovibles mientras no peligren los cimientos de ésta, en cuyo caso han de ser reemplazadas por nuevas verdades absolutas e inmutables con las que salir del paso. También en ese caso se podría recurrir a su relativización del modo en el que se hace con la interpretación bíblica.
La verdad revelada debe ser completamente aceptada y la razón debe siempre supeditarse a ella. El avance del conocimiento deberá llegar, en su innecesario trayecto por las interminables vías de la razón, hasta el punto previamente conocido mediante mi revelación. En caso de evidenciarse lo contrario y no poderse desacreditar el proceso de razonamiento seguido ni amedrentar a su autor, bastará con excusarse en una mala interpretación de mis palabras.
Para la aceptación de la verdad revelada es clave recurrir al hecho de que el razonamiento humano es limitado. Se transforma así un punto débil para la fe, por ser una de las causas que origina la aparición de atajos infundados (el mayor de los cuales es mi existencia), en un argumento que esgrimir en su defensa.
La verdad revelada no necesita de pruebas, sino de fe, y en toda su integridad debe siempre estar protegida por el oscurantismo iluminador.

jueves, 14 de agosto de 2008

El oscurantismo iluminador.

Resulta sobradamente conocido el gran papel que siempre ha desempeñado en la historia de mi religión el oscurantismo. Es un antiquísimo recurso con innegables virtudes sobre el que quiero hacer un breve análisis:
- Desde el planteamiento de la existencia divina hasta el enorme andamiaje formado sobre él para su construcción, todos los puntos de cualquier estructura religiosa están unidos exclusivamente por la fe.
- Dado que la estructura de mi religión es completamente desmontable mediante un análisis lógico y objetivo es necesaria una protección ante dichos análisis. Es necesario por ello dotarla de un revestimiento que aparente cierta lógica. Con simples razonamientos inconexos servirá para convencer a la mayor parte de la población, necesitada de creer en algo, muy proclive a la inmediata aceptación de explicaciones sencillas y reacia al pensamiento profundo.
- Para los más viciosos del razonamiento no bastará con eso y es aquí donde entra el oscurantismo como recurso. Su uso puede ser de dos tipos:

  • Preventivo: dado el gran peligro que puede acarrear la aparición de dudas para mis feligreses es mejor anticiparse. El oscurantismo logra evitar que puedan adquirir conocimientos que hagan peligrar su fe. De esta forma se consigue que la inmensa mayoría de los creyentes tengan acceso a conocimientos muy inconvenientes para la fe. Fue un método que dio espectaculares resultados en la Edad Media y es altamente recomendable continuar empleándolo.
  • Curativo: una vez que se ha producido el ataque racionalista, bien mediante adquisición de conocimientos, bien mediante razonamiento puro, ya solo queda una defensa numantina por medio de la búsqueda de explicaciones algo más profundas que las iniciales y fuertemente cimentadas por estrategias oscurantistas. El máximo exponente de dichas estrategias es la de afirmar que es una verdad por Mí revelada y que la total falta de lógica es fruto del misterio divino. Como solución última siempre queda echar mano de que "es cuestión de fe". Hábilmente combinado con la hipocresía redentora da grandes resultados para salir del paso cuando quedan al descubierto las miserias y abusos de mi Iglesia. Con el avance racionalista el uso curativo es cada vez más necesario.

En la eterna búsqueda de poder de mi Iglesia y en su función como salvaguarda de mi fe, con su mensaje de amor y esperanza, queda patente el enorme poder iluminador del oscurantismo.

sábado, 2 de agosto de 2008

Interpretar la Biblia convenientemente.

Mi maravillosa religión tiene una referencia clara, objetiva y ejemplar que no es otra que la Biblia sagrada. En este sagrado bestseller, que muy poca gente se ha leído, se concentran tanto la historia de mi religión como sus férreos principios morales, de obligado cumplimiento para mis fieles.
La Biblia es verdadera Palabra de Dios y
el mensaje que contiene es de amor y esperanza para el género humano aunque su lectura literal puede llevar a conclusiones erróneas como las extraídas por Pepe Rodríguez en uno de sus libros.
Es cierto que lo que en ella aparece escrito tiene muy poco que ver con lo que dice mi Iglesia y eso solo puede significar una cosa, la lectura no se hace de manera convenientemente subjetiva y manipulada. Porque la clave para saber interpretarla está en guiarse fundamentalmente por la La Tradición católica, que no es otra cosa que la atmósfera o el ambiente en el que ésta se escribió. El verdadero mensaje de la Biblia no está en lo que esta dice, sino en lo que la tradición católica dicta que debe decir.
Una gran virtud que no hay que menospreciar de la Biblia es que es muy extensa, lo cual hace que siempre pueda extraerse algún fragmento para ser interpretado en favor de los más diversos postulados de la Iglesia católica. Es por eso que mi Iglesia utiliza ciertos pasajes concretos a su conveniencia, obviando los más perjudiciales para la fe.
La mejor manera de que la feligresía no reciba una objetiva en inconveniente interpretación bíblica es evitar su lectura directa y de hecho, mi Iglesia se ha encargado de que los textos bíblicos solo hayan sido accesibles para los poquísimos que sabían latín y griego hasta el siglo XVI. La siempre ejemplar Iglesia católica española ha conseguido que no hubiese una traducción al castellano hasta la última década del siglo XVIII. No deja de ser otro logro el que, pese a ser hoy en día fácilmente accesible, son muy pocos los insensatos creyentes que se la han llegado a leer, limitándose el resto a creerse dócilmente las interpretaciones usadas en su adoctrinamiento. Si algun pertinaz feligrés se empeña de todos modos en su lectura, deberá tener siempre muy presente el hecho de que no resultará una absoluta pérdida de tiempo el extraer sus propias conclusiones ya que únicamente serán válidas las interpretaciones oficiales de la jerarquía católica.
Conviene recordar que de la lectura correcta de la Biblia surge la verdadera ciencia y que, para aquellos más arrogantes que se empeñen en una lectura racional, en lugar de aceptar la correcta interpretación que surge fruto de la inspiración del Espíritu Santo, es de obligada aplicación el útil recurso del miedo a la condenación.
Es importante el hecho de que la veracidad de la Biblia se justifica en sí misma de forma circular.
Podría parecer hipócrita el formular toda una religión basada en principios morales divinos y absolutos en base a una interpretación completamente sesgada y subjetiva de unos escritos humanos pero, queridos feligreses, ¿acaso no es la hipocresía un valiosísismo recurso para salvaguardar la fe?.

viernes, 25 de julio de 2008

La hipocresía redentora.

Una de las críticas más frecuentes que se le hacen a mi Iglesia desde diversos ámbitos es su proverbial hipocresía. Se trata de una acusación que trata de erosionar el buen nombre de esta santa institución olvidando su papel iluminador y redentor.


La hipocresía se define como el acto de fingir cualidades, ideas o sentimientos que en realidad no se tienen y es un grave pecado cuando las personas aseguran honrarme a Mí, su Dios, pero en realidad no es esa la intención que tienen en sus corazones. De esta forma, la denostable hipocresía puede resultar un recurso muy válido siempre que cumpla la función de servicio a Dios, y mi fiel Iglesia ha hecho siempre un magistral uso de tan útil recurso de forma totalmente lícita para conseguir mantener e incrementar su inmenso poder para hacer el bien.
Podría parecer que los actos de mi Iglesia no podrían estar más alejados de su mensaje, de forma que las incongruencias se acumulan hasta el punto de resultar evidente que en su seno son muy pocos los que se creen lo que preconizan. Un análisis frío y detenido podría llevar a la equivocada conclusión de que se usa el nombre de Dios como mera herramienta para conseguir poder y dominar a las masas pero, queridos feligreses, ¿acaso es eso tan malo?, ¿quién puede olvidar el admirable papel que desempeña mi Iglesia para aplacar el miedo existencial?, ¿quizás se está olvidando a la hora de elaborar tales razonamientos el sufrimiento eterno que supone la condenación?.
Resulta quizás la prueba más evidente de la fortaleza de mi Iglesia, el hecho de que pese a ser una gran parte de mis feligreses conscientes de su hipocresía, el inestimable poso que deja el adoctrinamiento le permita seguir gozando del inmenso poder y relevancia que siempre la han caracterizado. Yo que soy el mismo Dios, sé fehacientemente que la santa, apostólica, hipócrita y romana Iglesia católica siempre trata de honrarme con cada uno de sus actos.

miércoles, 16 de julio de 2008

El diálogo interreligioso.

En la actualidad se encuentra muy de moda el llamado "diálogo interreligioso" como solución para evitar las continuos conflictos entre religiones. De forma más o menos consciente se recurre a la gran similitud entre todas las religiones basada en tres aspectos principales:
- Unos valores morales similares que necesitan de una o varias deidades que justifiquen su valor absoluto.
- Una necesidad de creer en una transcendencia que ayude a sobrellevar el miedo existencial.
- Todas las religiones se autoproclaman como la única verdadera.

Esta gran similitud lleva implícitas las siguientes conclusiones:
- Si tenemos en cuenta que cada una de sus deidades puede implantar el orden moral que le plazca, resulta realmente sospechoso el que todas compartan unos valores fundamentales. Podría parecer que dichos valores tiene una base anterior al origen de las religiones y que las figuras divinas han sido creadas para justificar su obligado cumplimiento por la sociedad.
- El reconocimiento de que es la necesidad de creer lo que fundamenta todas las religiones, las hace aparecer a todas como meras soluciones imaginativas para satisfacer la demanda.
- Las certezas que necesitan los creyentes en una religión están basadas en la fe en unos valores absolutos, que conllevan el que todas las demás sean falsas. A todas las une el ser incompatibles con las demás. Es más, si realmente el creyente desea el bien para su prójimo creyente de una fe equivocada, debe intentar ayudarle para traerlo al verdadero camino y lograr su salvación. También es lógico que deban defender su fe ante cualquier agresión de los infieles. Las fe que todas comparten es lo que origina su confrontación.

El hecho de intentar el entendimiento de creencias incompatibles basadas en verdades absolutas mediante la relativización de todas por igual supone reconocer que todas son igualmente falsas. La consecuencia es que el diálogo interreligioso implica la destrucción de la religión.
Es por eso que Yo, el único Dios verdadero, me posiciono frontalmente en contra del diálogo interreligioso debido a las nefastas consecuencias para mi religión (la única verdadera) por muy bonito y tolerante que pueda parecer a primera vista.

lunes, 14 de julio de 2008

El poder de mi Iglesia.

Mi religión es realmente maravillosa porque promueve el amor y la verdad de Dios. Mi Iglesia surgida frente al poder establecido con el mensaje de la defensa de los más desprotegidos, que les lleva la esperanza de la vida eterna y que encauza a la humanidad por el camino del bien, merece el mejor de los destinos. Es por eso, por lo noble de su causa en defensa de los más débiles, que debe procurar la salvación del mayor número de gente posible y para eso, queridos feligreses, es necesario poder.
El inmenso poder del que históricamente ha disfrutado mi Santa Iglesia es la mejor garantía de defensa ante los poderosos y quien albergue la fe verdadera y el amor por el prójimo en su corazón, debe luchar denodadamente para que la Iglesia católica alcance las más altas cotas posibles de poder con el que seguir adoctrinando y ganando almas para el Señor. Porque quien tiene la certeza de que está haciendo el bien, debe defender sus convicciones frente a los ataques racionalistas y entregarse a la noble causa de procurar la salvación de los infieles por cualquier medio a su alcance, incluyendo la Guerra Santa.
Es normal que se critique a la jerarquía de mi Iglesia por inmiscuirse en temas políticos y ignorando que solo se pretende hacer el bien y cumplir Mi Palabra ya que, la democracia, ese sistema políticamente correcto al que no nos conviene criticar en público, resulta claramente limitante al dar el poder directo al pueblo y no a Dios. Es por eso que la obligación moral de mi jerarquía es orientar a dicho pueblo hacia mi palabra, evitando que se le note mucho su desagrado con un sistema tan imperfecto.
Se avecinan tiempos peores y con añoranza de la Edad Media y del nacional-catolicismo, nos vemos ahora obligados a plantar cara al malvado laicismo, que trata de limitar el poder redentor de Mi Iglesia. Ante tales retos, es necesario el apoyo económico de mis fieles para recuperar lo mejor del glorioso pasado.
Una Iglesia poderosa es garantía de un mundo mejor, un mundo de esperanza y amor permanentemente arrodillado ante Mí, su Dios.

viernes, 4 de julio de 2008

La madre virgen de un dios monoteísta.

Mi religión monoteísta que consta de tres dioses tiene, además, otra destacada figura divina que es objeto de una enorme devoción. Se trata, claro está, de la Virgen María.

Esa gran mujer alumbró virgen a mi hijo dios después de ser inseminada por el Espíritu Santo tras adoptar éste apariencia de ave columbiforme. Pero al margen de lo pintoresca que pueda resultar la historia para aquellos pobres desdichados desprovistos de la suficiente fe, el asunto que quiero tratar es la influencia de esa admirable mujer en la historia de mi religión.

Resulta indudable la gran devoción que siempre se le ha profesado, hasta el punto de que podría parecer que su poder milagroso la convierte en una figura semi-divina que pone en peligro el monoteísmo del que tanto me vanaglorio, pero nada más lejos de la realidad. Aunque el ser humano pueda llegar a encontrar más lógico el monoteísmo, en el fondo de su ser siente una atracción innata por una religión politeísta al estilo de la vieja usanza, en la que haya una mayor cercanía con sus divinidades. Hay una atávica tendencia hacia la idolatría que forma parte del ser humano y que de alguna forma debe ser canalizada. Es lo que en otras ocasiones he definido como sentimiento religioso folclórico-pachanguero y la más clara manifestación de este fenómeno se produce precisamente con la Virgen.
Puede resultar un tanto desconcertante, si se analiza racionalmente, como siendo la misma mujer se la venera en un número tan enorme de formas, en función de la distribución geográfica, venerándose a cada aparición mariana de forma diferenciada del resto. Es por la necesidad anteriormente expuesta de cercanía a las divinidades que surgen las diferentes advocaciones como la del Pilar, la de Guadalupe, nuestra señora de Luján, etc. El fenómeno es tan frecuente que no hay ciudad, pueblo e incluso aldea que no tenga su propia Virgen, fruto de una aparición en su término municipal y a la que se le ha dedicado una ermita.
Podría parecer que se da el fenómeno, tan propio de la condición humana, de que sería una deshonra que la Virgen se aparecerse en el pueblo de al lado y no en el propio. Es así que en muchos casos se cuenta con más de una por población a la que poder rezar, hacer peticiones y sacar en procesión con todo tipo de vistosos adornos y abalolorios.
Pueda parecer que la figura de la Virgen es una mera forma de intentar reconciliar el monoteísmo con la idolatría, válida para mis queridos feligreses carentes del obstáculo de la razón, pero esta condición de divinidad cercana al pueblo es la que le da su verdadera importancia en el seno de mi Santa Iglesia. Su importancia es tal que todo aquel que se considere católico debe tener una representación propia a la que rezar.

Para quien no logre encontrar la racionalidad de mi argumento solo puedo recordarle que acate el misterio divino.

sábado, 21 de junio de 2008

La necesaria intolerancia frente al ateísmo.

El ateísmo podría llegar a considerarse como una postura más ante la religión. La infinidad de dioses existentes durante la historia es enorme, siendo incompatibles la mayoría entre sí. Un ateo niega la misma cantidad elevada de dioses que un creyente de mi fe más uno. Ésto supondría una diferencia porcentual mínima y, visto así, los ateos podrían parecer prácticamente tan normales y respetables como cualquier creyente pero bajo este tendencioso razonamiento subyace el mal:
- Los ateos son gente justamente despreciada por casi todas las religiones. Sus peligrosísimos razonamientos, a diferencia de los de la mayor parte de la población, no están limitados por la visceral necesidad de mi existencia y se llegan a plantear el tipo de cuestiones que los creyentes evitan. Al transmitirlos erosionan la autolimitación protectora de su pensamiento, enfrentándolos a un terrible pánico existencial, y llegando a conseguir que alguno de mis queridos corderitos dude de su fe. Es lógico que sean temidos , repudiados y mirados con desconfianza por la sociedad.
- Su peligrosidad se ve acentuada por el hecho de haberse librado también del poderoso influjo del adoctrinamiento temprano. Este no solo ejerce una labor inconmensurable en pro de la fe, sino que también ocasiona que la mayor parte de la gente que vive alejada de una militancia religiosa activa siga viéndola con un respeto reverencial, que nunca llegará a mostrar frente al ateísmo.
Es totalmente imprescindible seguir tratando a los ateos de forma injustificadamente discriminatoria sin caer en la tentación de analizar su postura racionalmente. Los siglos de oscurantismo y persecución nos conceden una ventaja de inestimable valor a la hora de enjuiciarlos y la visión mayoritariamente despectiva que de ellos se tiene es nuestro mayor triunfo. Siglos de adoctrinamiento de las masas han logrado que el ateísmo padezca en la actualidad la imagen de radicalidad que le caracteriza. Es así, a base de inculcar masivamente unas creencias sin base racional e incompatibles entre sí, que se ha ganado su "honorable" posición como igualmente válida y probable que la no existencia divina, quedando establecido aquí el punto medio y condenado a la categoría de radicalidad a quien se declara ateo. De ésta manera hemos ganado la gran batalla por la consideración social de la religión. Por lo tanto, ahora no podemos permitir que osen a abandonar sus escondrijos y mostrarse al mundo como si nada ocurriese. Compartimos enemigo con el resto de religiones y, pese a ser todas incompatibles eso refuerza nuestra postura. Puede que en porcentaje de dioses en los que se cree con respecto al total, la diferencia entre los ateos y mis feligreses sean mínimas, pero vitales. Ese único dios de diferencia es el verdadero y soy Yo. ¿Por qué precisamente Yo?, porque soy amor, soy estupendo y tengo un blog.
Tened fe, queridos borregos porque, al fin y al cabo, en algo teneís que creer.

viernes, 13 de junio de 2008

Mi infinita bondad.

Hoy hablaré de un tema básico en mi fe como es mi bondad. Yo soy bueno, es más, soy el Bien mismo y mi palabra es un mensaje de amor para cuya difusión envié a mi chaval Jesucristo.
Acerca de este tema tengo que hacer dos observaciones:
1- Soy bueno y no puede ser de otra forma. El ser humano necesita de mi existencia y esta se fundamenta en la bondad del Creador. Las demostraciones "lógicas" sobre mi existencia no dicen nada acerca de mi bondad. Un ser todopoderoso podría crear el mundo igual siendo bueno que malo, pero la segunda opción nadie la contempla porque entonces la idea de Dios dejaría de cumplir su función básica. Una religión en la que se plantease el tema de la existencia humana como una broma pesada de su Creador, que le ha otorgado la consciencia como herramienta necesaria para poder experimentar el sufrimiento ante las injusticias de la vida y ante su propia muerte, no contaría seguro con ningún adepto.
Por lo tanto Yo soy bueno porque los queridos miembros de mi rebaño necesitan creer que lo soy para dar el sentido que esperan a sus vidas. Las otras opciones que les quedan son el ateísmo o, la más angustiosa idea, de ser el juguete de un Dios cruel y no tener garantizada una inmortalidad placentera.
2 - Mi bondad es dogma de fe por mucho mal que pueda existir. La eterna pregunta es ¿por qué si soy bueno permito la existencia del mal?. El hecho de que exista el Diablo, otro de los dioses de mi religión monoteísta, plantea la siguiente pregunta ¿como el Creador creó al Demonio?, ¿por qué existe el castigo divino?. De hecho la existencia del sufrimiento resulta sumamente difícil de entender para la mayoría de mis fieles. Los mejor dotados de fe no profundizan en cuestiones tan incómodas pero siempre los hay que quieren una explicación racional y no aceptan fácilmente mi divina providencia. Mi explicación es que el mal es una prueba de mi bondad y que si me suelo mostrar vengativo es porque la criatura racional, excelsa entre todas, pero siempre limitada e imperfecta, puede hacer mal uso de la libertad y la puede emplear contra Mi, su Creador. Aparte de esta explicación basada en el libre albedrío también se puede justificar el mal diciendo que en ocasiones un mal menor evita otro mayor. Claro que es fácil rebatir estos argumentos diciendo que Yo podría haber creado seres libres sin necesidad de que el mal existiese (al fin y al cabo son todos conceptos por mi inventados de la nada) y que en la mayoría de los casos el mal y el sufrimiento no eran en absoluto necesarios, pero extraer estas conclusiones supondría un ilícito uso de la razón para cuestionar la verdad de mi fe. Hay que estar siempre prevenidos ante los peligros de la razón.
Quien no haya entendido estas explicaciones puede asumir que escapa a su entendimiento por lo que forma parte del Misterio Divino y seguir el camino más fácil, el expuesto en el punto 1; soy bueno por la necesidad de creerlo así. Ante todo, mis feligreses deben evitar contagiarse de las actitudes racionales.
También conviene recordar que yo creé el bien y el mal, las cosas son buenas porque Yo lo dicto así. Soy todopoderoso y si hubiese decidido que matar semejantes es algo bueno y virtuoso lo sería porque soy quien establece los valores absolutos. Por supuesto, puedo cambiar de opinión en cualquier momento y redefinir completamente los valores morales, si mis criaturas tienen libre albedrío imaginaos yo...
Es lo que tiene ser Dios y ser tan bueno y misericordioso.

martes, 10 de junio de 2008

La Creación parte II: la adaptación a la teoría adaptativa.

Como ya he expuesto en anteriores entradas, el insaciable ego de los seres humanos necesita de mi como garantía de su transcendencia y superioridad sobre el resto de la creación. La evolución basada en una adaptación al medio por selección natural desmontó en su día todo el andamiaje construido para encumbrar al autodenominado homo sapiens. El hecho de que fuese un miembro más de la familia de los primates y compartiese antepasados con ellos (dicho con la cruel frase de que el hombre viene del mono) era, y aún sigue siendo, un golpe muy duro de encajar para la mayoría de la gente y produjo como reacción de defensa la burla hacia Darwin y sus partidarios. Pese a todo, la evolución por selección natural tenía una estructura lógica muy potente y era demasiado fácil de entender, explicando la diversidad de la vida sin necesidad de mecanismos sobrenaturales. Ante un enemigo que se veía cada vez más amenazador para los inmutables principios de mi religión había que hacer algo.
Mientras ciertos grupos de irreductibles fieles, siempre iluminados por su fe, se amurallaban en su interpretación literal del Génesis, la Iglesia católica evolucionó siguiendo la estrategia de alejamiento de lo científicamente demostrable, adaptando su mensaje al nuevo entorno. Al fin y al cabo, la evolución convenientemente interpretada como un mecanismo ideado por el Gran Ingeniero en forma de subida constante, predecible e inevitable (un modelo completamente lineal) en la escala de la perfección hasta culminar con el ser humano, es una idea demasiado halagadora y conveniente para recomponer su autoestima, como para no ser aprovechado por mi Iglesia.
La clave por tanto, no es negar la evolución sino admitirla como un mero mecanismo divino dotado de la noble finalidad de culminar en el ser humano. Podría parecer que un Dios omnipotente se podría haber esmerado un poquito más en el producto final pero esa crítica es difícil que sea planteada por una especie tan prepotente como la humana. Este modelo recibe el nombre de evolución teísta y sus fundamentos son compartidos también en masa por mucha gente que no profesa mi religión pero siente esa visceral necesidad de creer en un ser superior que les garantice su transcendencia.
En algunos casos, en el proceso de fabricación de ésta escala de perfección se puede llegar a hilar tan fino que el razonamiento sirve de base a razonamientos racistas, llegándose a concretar como cumbre evolutiva la raza a la que pertenece el autor.
Pese a la lógica reticencia con la que mis feligreses observan la teoría de la evolución, es mejor apostar por el caballo ganador y aceptarla con matices para hacerla compatible con la fe. Eso no quita para que podamos seguir el viejo recurso de usar las dudas que surgen en la ciencia como pruebas a nuestro favor.
Con la evolución teísta queda reafirmada y ensalzada mi suprema grandeza.

miércoles, 4 de junio de 2008

Mi necesitada Iglesia.

En el siguiente vídeo se critica injustamente el poder del que sigue gozando Mi Santa Iglesia en España. No es más que una artimaña que pretende profundizar en el horror laicista y acabar con su merecida situación de privilegio.




Es evidente que se obvia a propósito el irreprochable papel que ha jugado la Iglesia en el fortalecimiento de la moral en España, buscando la difamación para que los contribuyentes no colaboren con su valioso dinero al mantenimiento de una institución tan necesitada. Sin esa financiación pública destinada a tan fines nobles como el necesario adoctrinamiento de la población, España caería en la depravación moral y nosotros fanalmente en la bancarrota. Otra indesable consecuencia sería la falta de dinero con el que conservar nuestro inmenso patrimonio.
Menos mal que al final siempre acabamos logrando nuestros loables objetivos y este gobierno no parece que vaya a ser un obstáculo.

viernes, 30 de mayo de 2008

El misterio divino.

Para conocerme con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, he querido iluminarlo con mi Revelación, no sólo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error.
Puesto que mis feligreses conocen la verdad por el fácil atajo de mis revelaciones, no necesitan perder el tiempo en la búsqueda de explicaciones. De hecho, puede que dicha búsqueda de los más desconfiados haya llegado a ocasionar situaciones desagradables a mi fe al demostrar que las verdades reveladas eran falsas. Esto obligó a mi Santa Iglesia a reinterpretar su visión del mundo para evitar males mayores, pero en cualquier caso siguió manteniendo que cualquier avance basado en la razón estaba irremediablemente destinado a corroborar los dogmas de mi Iglesia.
El misterio divino es un perfecto comodín del que mi Iglesia puede hacer uso cuando su doctrina carece de explicación lógica. Es el relleno que ocupa el inmenso espacio vacío existente entre la razón y la doctrina de mi Iglesia.
Gracias al misterio divino se pueden hacer razonamientos básicos y carentes de toda demostración, despreocupándose del hecho de que tengan implicaciones evidentemente absurdas.
También nos confiere una clara ventaja sobre disciplinas como la ciencia, empeñada en demostrar sus afirmaciones y limitada por no poder ser incoherente. Podemos así corregir y mostrarnos paternalistas ante el saber racional. Es indudable que la ignorancia es un requisito fundamental para mi misterio y la Edad Media fue su época dorada.
No es de menor importancia el hecho de que hay un gran mercado para el misterio porque hay una abundante masa de gente atraída por él, siempre recreándose en la ignorancia para reforzar su romántica concepción del Universo como algo místico.
Es la forma de calmar la necesidad de los humanos de saber y cumple la fundamental función de sosiego y de hacerles creer que esos misterios son sagrados y que Yo los conozco y manejo, de forma que si siguen mi doctrina les protegeré.
Mi misterio es por lo tanto algo mágico y maravilloso que, al ser asumido, evita el avance del conocimiento racional. Resulta evidente que este, por mucho que haya hecho progresar al ser humano, no deja de alejarle de Mí, avocándolo a la condenación.
Alabado sea todo aquel que se conforma con mi verdad sin perder el tiempo pensando, ya que el pensamiento libre le impedirá lograr la felicidad.

viernes, 23 de mayo de 2008

Mis parroquianos cósmicos.

El astrónomo jefe del Vaticano afirmaba recientemente que no hay un conflicto entre la fe en Dios y la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas, que podría ser más evolucionada que la humana.

Creer en Dios y en los extraterrestres es compatible

Ante esta noticia tengo que hacer las siguientes observaciones:
- Mi existencia es lo que garantiza al ser humano la supremacía de la creación. Las personas creen en mí para auto convencerse de su propia trascendencia. El hecho de que puedan existir otras criaturas que les quite el papel protagonista de la creación sería el fin de mi fe.
- El avance de la astronomía hace que cada vez os veáis obligados a contemplar a vuestro planeta con más modestia en la inmensidad del Universo. Eso también hace que parezca menos descabellado el que pueda existir vida en otros planetas y que parte de esa vida pueda ser inteligente. Ante esto la historia nos ha enseñado que la mejor opción es anticiparse al avance en la ciencia y en la percepción humana del Universo adoptando la estrategia de alejamiento de lo científicamente demostrable.
- La única forma de hacer conciliables los dos puntos anteriores es que, pese a que puedan existir seres extraterrestres inteligentes y más evolucionados que los seres humanos, estos siguen siendo las criaturas elegidas por Mí y a las que mandé a mi único hijo Jesucristo. Todos los extraterrestres, por supuesto, están también obligados a adorarle.
- La historia puede llegar a quedar tan bonita que se parezca a una parábola infantil si decimos que mis parroquianos cósmicos están más evolucionados porque son mejores borregos, siendo el homo sapiens la oveja descarriada del Universo.
- Su progreso es mayor porque tienen más fe. El vivir completamente conforme a mi religión es garantía de desarrollo científico.
- Por supuesto que los extraterrestres están también mucho más evolucionados porque creen en Mí exclusivamente, disfrutan de mi misericordia y no hay el tinglado de religiones del planeta Tierra. Entre ellos no hay musulmanes, budistas, judíos o demás falsas religiones. No puede ser de otra forma porque solo hay una verdad y es la Mía, una verdad de amor.
- La Biblia parcece no mencionar nada al respecto, pero si se reinterpreta convenientemente seguro que se encuentra una alusión inequívoca para ésto, como para cualquier otra cosa.  Es lo bueno de su extensión.
- No conviene confundir a ángeles o demonios con extraterrestres, por muy atractiva que resulte la idea para los muy ocurrentes e imaginativos aficionados a lo paranormal.
- Pese a que pueda existir otro tipo de vida inteligente en el cosmos, otra cosa es que se pasen de turismo por la Tierra. Hay que reconocer que abunda la gente proclive a creerse lo que le echen, tanto encuentros extraterrestres como apariciones de la Virgen. Ese tipo de personas pueden ser los mejores sustratos para cultivar mi fe pero un exceso de credulidad puede hacer que mezclen indiscriminadamente creencias de todo tipo.
- Es de esta manera como la existencia de extraterrestres no cambia nada en mi fe, porque Yo sigo poseyendo la supremacía y el poder absoluto sobre todo lo creado.

Después de estos comentarios seguramente querréis que os revele la verdad sobre el asunto. Lo cierto es que una imagen vale más que mil palabras y os dejo esta que deberéis saber interpretar correctamente para aclarar el asunto:


jueves, 15 de mayo de 2008

El horror laicista.

El laicismo puede definirse como la doctrina que defiende la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente, cuyo ejemplo más representativo es el "Estado laico" o "no confesional". El hecho de que los derechos civiles se libere de influencias religiosas es lo que garantiza la igualdad entre credos y permite que todos los ciudadanos puedan profesar la religión que libremente han elegido, de igual forma que se respetan los derechos de quienes no practican ningún tipo de creencia religiosa. En un Estado laico resulta imprescindible la separación entre Iglesia y estado.
Esta puede ser la interpretación más objetiva y resultar sumamente convincente para cualquiera cuyo razonamiento carezca de la necesaria orientación de la fe. Para aquellos que deseen vivir en la plenitud de mi mensaje de amor, el demonio del laicismo debe verse de la siguiente manera:
- La separación entre Iglesia y Estado priva a la primera de la necesaria influencia sobre las decisiones políticas. Todas las religiones son fraudulentas y solamente sirven para saciar la visceral necesidad de mi existencia y cuando digo todas me refiero a absolutamente todas, menos la Mía claro. Para que los ciudadanos puedan vivir iluminados por Mi verdad, debemos controlar los entresijos del poder tanto como nos sea posible. Un modelo ideal sería el de la Edad Medía y el de la Inquisición, aunque esta ya no resulte comercial. Para que mi eterna misericordia se extienda es absolutamente imprescindible, hoy en día, que nuestras intenciones no resulten evidentes. Desde esta postura de ocultación de nuestros objetivos debemos en primer lugar interpretar el laicismo de una forma mucho más conveniente para nosotros que la anteriormente expuesta. Es así que debemos difundir la interpretación de que el laicismo es bueno en la medida en que el estado no se inmiscuye en la doctrina religiosa. Queda muy bonito y no deja de ser verdad, queremos ser nosotros los que nos inmiscuyamos en el Estado porque al fin a al cabo llevamos razón. A mi Iglesia le asiste la verdad por Mí revelada. Este laicismo unidireccional nos beneficia y le damos el nombre de sano laicismo.
- El laicismo bidireccional lo denominamos laicismo negativo y es al que realmente debemos temer. La postura a mostrar es decir que sería discriminatorio el que el Estado ignorara el hecho religioso. Queda claro que estoy hablando de mi religión, ya que al privilegiar a esta es inevitable discriminar a las demás. En cualquier caso no pasa nada porque todas las demás religiones son fraudulentas y eso lo digo yo, el mismísimo Dios.
- La pérdida de poder de mi Iglesia en un estado aconfesional tiene consecuencias devastadoras. Como ejemplos más evidentes están la pérdida de financiación pública (aunque proclamemos la pobreza estamos aquí por dinero) y lo que quizá sea más importante, la desaparición del monopolio del adoctrinamiento temprano en la educación pública. Es dicho adoctrinamiento el que amansa a los jóvenes borregos, de forma que siempre contemplarán mi rebaño de una forma que no lo haría un ejemplar silvestre. Esta cura de subjetividad ha sido hasta ahora el mejor antídoto contra el laicismo.
- Debemos esforzarnos en intentar mostrar al laicismo en posición de igualdad con respecto a las religiones, en lugar de la interpretación correcta que es la expuesta al principio de esta entrada. Puede parecer un razonamiento absurdo pero no hay nada que la fe no consiga.
-Todo lo anteriormente expuesto es válido para países como España, Méjico y resto de Latinoamérica, en los que la religión dominante es la católica. Un argumento a usar en dichos países sería el alto porcentaje de población bautizada.
- En el caso de países no aconfesionales en los que Mi religión no sea la mayoritaria el laicismo deberá considerarse de otra forma porque nos sirve para superar la discriminación sufrida con respecto a la religión dominante.
Con lo anteriormente expuesto quedan meridianamente claros los motivos para la condenación a la que se ve avocado un pueblo que cae en la degradación laicista.

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