viernes, 30 de mayo de 2008

El misterio divino.

Para conocerme con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, he querido iluminarlo con mi Revelación, no sólo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error.
Puesto que mis feligreses conocen la verdad por el fácil atajo de mis revelaciones, no necesitan perder el tiempo en la búsqueda de explicaciones. De hecho, puede que dicha búsqueda de los más desconfiados haya llegado a ocasionar situaciones desagradables a mi fe al demostrar que las verdades reveladas eran falsas. Esto obligó a mi Santa Iglesia a reinterpretar su visión del mundo para evitar males mayores, pero en cualquier caso siguió manteniendo que cualquier avance basado en la razón estaba irremediablemente destinado a corroborar los dogmas de mi Iglesia.
El misterio divino es un perfecto comodín del que mi Iglesia puede hacer uso cuando su doctrina carece de explicación lógica. Es el relleno que ocupa el inmenso espacio vacío existente entre la razón y la doctrina de mi Iglesia.
Gracias al misterio divino se pueden hacer razonamientos básicos y carentes de toda demostración, despreocupándose del hecho de que tengan implicaciones evidentemente absurdas.
También nos confiere una clara ventaja sobre disciplinas como la ciencia, empeñada en demostrar sus afirmaciones y limitada por no poder ser incoherente. Podemos así corregir y mostrarnos paternalistas ante el saber racional. Es indudable que la ignorancia es un requisito fundamental para mi misterio y la Edad Media fue su época dorada.
No es de menor importancia el hecho de que hay un gran mercado para el misterio porque hay una abundante masa de gente atraída por él, siempre recreándose en la ignorancia para reforzar su romántica concepción del Universo como algo místico.
Es la forma de calmar la necesidad de los humanos de saber y cumple la fundamental función de sosiego y de hacerles creer que esos misterios son sagrados y que Yo los conozco y manejo, de forma que si siguen mi doctrina les protegeré.
Mi misterio es por lo tanto algo mágico y maravilloso que, al ser asumido, evita el avance del conocimiento racional. Resulta evidente que este, por mucho que haya hecho progresar al ser humano, no deja de alejarle de Mí, avocándolo a la condenación.
Alabado sea todo aquel que se conforma con mi verdad sin perder el tiempo pensando, ya que el pensamiento libre le impedirá lograr la felicidad.

viernes, 23 de mayo de 2008

Mis parroquianos cósmicos.

El astrónomo jefe del Vaticano afirmaba recientemente que no hay un conflicto entre la fe en Dios y la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas, que podría ser más evolucionada que la humana.

Creer en Dios y en los extraterrestres es compatible

Ante esta noticia tengo que hacer las siguientes observaciones:
- Mi existencia es lo que garantiza al ser humano la supremacía de la creación. Las personas creen en mí para auto convencerse de su propia trascendencia. El hecho de que puedan existir otras criaturas que les quite el papel protagonista de la creación sería el fin de mi fe.
- El avance de la astronomía hace que cada vez os veáis obligados a contemplar a vuestro planeta con más modestia en la inmensidad del Universo. Eso también hace que parezca menos descabellado el que pueda existir vida en otros planetas y que parte de esa vida pueda ser inteligente. Ante esto la historia nos ha enseñado que la mejor opción es anticiparse al avance en la ciencia y en la percepción humana del Universo adoptando la estrategia de alejamiento de lo científicamente demostrable.
- La única forma de hacer conciliables los dos puntos anteriores es que, pese a que puedan existir seres extraterrestres inteligentes y más evolucionados que los seres humanos, estos siguen siendo las criaturas elegidas por Mí y a las que mandé a mi único hijo Jesucristo. Todos los extraterrestres, por supuesto, están también obligados a adorarle.
- La historia puede llegar a quedar tan bonita que se parezca a una parábola infantil si decimos que mis parroquianos cósmicos están más evolucionados porque son mejores borregos, siendo el homo sapiens la oveja descarriada del Universo.
- Su progreso es mayor porque tienen más fe. El vivir completamente conforme a mi religión es garantía de desarrollo científico.
- Por supuesto que los extraterrestres están también mucho más evolucionados porque creen en Mí exclusivamente, disfrutan de mi misericordia y no hay el tinglado de religiones del planeta Tierra. Entre ellos no hay musulmanes, budistas, judíos o demás falsas religiones. No puede ser de otra forma porque solo hay una verdad y es la Mía, una verdad de amor.
- La Biblia parcece no mencionar nada al respecto, pero si se reinterpreta convenientemente seguro que se encuentra una alusión inequívoca para ésto, como para cualquier otra cosa.  Es lo bueno de su extensión.
- No conviene confundir a ángeles o demonios con extraterrestres, por muy atractiva que resulte la idea para los muy ocurrentes e imaginativos aficionados a lo paranormal.
- Pese a que pueda existir otro tipo de vida inteligente en el cosmos, otra cosa es que se pasen de turismo por la Tierra. Hay que reconocer que abunda la gente proclive a creerse lo que le echen, tanto encuentros extraterrestres como apariciones de la Virgen. Ese tipo de personas pueden ser los mejores sustratos para cultivar mi fe pero un exceso de credulidad puede hacer que mezclen indiscriminadamente creencias de todo tipo.
- Es de esta manera como la existencia de extraterrestres no cambia nada en mi fe, porque Yo sigo poseyendo la supremacía y el poder absoluto sobre todo lo creado.

Después de estos comentarios seguramente querréis que os revele la verdad sobre el asunto. Lo cierto es que una imagen vale más que mil palabras y os dejo esta que deberéis saber interpretar correctamente para aclarar el asunto:


jueves, 15 de mayo de 2008

El horror laicista.

El laicismo puede definirse como la doctrina que defiende la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente, cuyo ejemplo más representativo es el "Estado laico" o "no confesional". El hecho de que los derechos civiles se libere de influencias religiosas es lo que garantiza la igualdad entre credos y permite que todos los ciudadanos puedan profesar la religión que libremente han elegido, de igual forma que se respetan los derechos de quienes no practican ningún tipo de creencia religiosa. En un Estado laico resulta imprescindible la separación entre Iglesia y estado.
Esta puede ser la interpretación más objetiva y resultar sumamente convincente para cualquiera cuyo razonamiento carezca de la necesaria orientación de la fe. Para aquellos que deseen vivir en la plenitud de mi mensaje de amor, el demonio del laicismo debe verse de la siguiente manera:
- La separación entre Iglesia y Estado priva a la primera de la necesaria influencia sobre las decisiones políticas. Todas las religiones son fraudulentas y solamente sirven para saciar la visceral necesidad de mi existencia y cuando digo todas me refiero a absolutamente todas, menos la Mía claro. Para que los ciudadanos puedan vivir iluminados por Mi verdad, debemos controlar los entresijos del poder tanto como nos sea posible. Un modelo ideal sería el de la Edad Medía y el de la Inquisición, aunque esta ya no resulte comercial. Para que mi eterna misericordia se extienda es absolutamente imprescindible, hoy en día, que nuestras intenciones no resulten evidentes. Desde esta postura de ocultación de nuestros objetivos debemos en primer lugar interpretar el laicismo de una forma mucho más conveniente para nosotros que la anteriormente expuesta. Es así que debemos difundir la interpretación de que el laicismo es bueno en la medida en que el estado no se inmiscuye en la doctrina religiosa. Queda muy bonito y no deja de ser verdad, queremos ser nosotros los que nos inmiscuyamos en el Estado porque al fin a al cabo llevamos razón. A mi Iglesia le asiste la verdad por Mí revelada. Este laicismo unidireccional nos beneficia y le damos el nombre de sano laicismo.
- El laicismo bidireccional lo denominamos laicismo negativo y es al que realmente debemos temer. La postura a mostrar es decir que sería discriminatorio el que el Estado ignorara el hecho religioso. Queda claro que estoy hablando de mi religión, ya que al privilegiar a esta es inevitable discriminar a las demás. En cualquier caso no pasa nada porque todas las demás religiones son fraudulentas y eso lo digo yo, el mismísimo Dios.
- La pérdida de poder de mi Iglesia en un estado aconfesional tiene consecuencias devastadoras. Como ejemplos más evidentes están la pérdida de financiación pública (aunque proclamemos la pobreza estamos aquí por dinero) y lo que quizá sea más importante, la desaparición del monopolio del adoctrinamiento temprano en la educación pública. Es dicho adoctrinamiento el que amansa a los jóvenes borregos, de forma que siempre contemplarán mi rebaño de una forma que no lo haría un ejemplar silvestre. Esta cura de subjetividad ha sido hasta ahora el mejor antídoto contra el laicismo.
- Debemos esforzarnos en intentar mostrar al laicismo en posición de igualdad con respecto a las religiones, en lugar de la interpretación correcta que es la expuesta al principio de esta entrada. Puede parecer un razonamiento absurdo pero no hay nada que la fe no consiga.
-Todo lo anteriormente expuesto es válido para países como España, Méjico y resto de Latinoamérica, en los que la religión dominante es la católica. Un argumento a usar en dichos países sería el alto porcentaje de población bautizada.
- En el caso de países no aconfesionales en los que Mi religión no sea la mayoritaria el laicismo deberá considerarse de otra forma porque nos sirve para superar la discriminación sufrida con respecto a la religión dominante.
Con lo anteriormente expuesto quedan meridianamente claros los motivos para la condenación a la que se ve avocado un pueblo que cae en la degradación laicista.

viernes, 9 de mayo de 2008

El bueno de Gustavo Bueno.

En este vídeo, el filósofo Gustavo Bueno habla de la religión:



Ante semejantes afirmaciones solo puedo hacer dos valoraciones:

- ¡¡Un Dios ateo!!, ¡¡qué ocurrencias!!.
- Teófilo tenía razón porque efectivamente tengo barba.

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