sábado, 21 de junio de 2008

La necesaria intolerancia frente al ateísmo.

El ateísmo podría llegar a considerarse como una postura más ante la religión. La infinidad de dioses existentes durante la historia es enorme, siendo incompatibles la mayoría entre sí. Un ateo niega la misma cantidad elevada de dioses que un creyente de mi fe más uno. Ésto supondría una diferencia porcentual mínima y, visto así, los ateos podrían parecer prácticamente tan normales y respetables como cualquier creyente pero bajo este tendencioso razonamiento subyace el mal:
- Los ateos son gente justamente despreciada por casi todas las religiones. Sus peligrosísimos razonamientos, a diferencia de los de la mayor parte de la población, no están limitados por la visceral necesidad de mi existencia y se llegan a plantear el tipo de cuestiones que los creyentes evitan. Al transmitirlos erosionan la autolimitación protectora de su pensamiento, enfrentándolos a un terrible pánico existencial, y llegando a conseguir que alguno de mis queridos corderitos dude de su fe. Es lógico que sean temidos , repudiados y mirados con desconfianza por la sociedad.
- Su peligrosidad se ve acentuada por el hecho de haberse librado también del poderoso influjo del adoctrinamiento temprano. Este no solo ejerce una labor inconmensurable en pro de la fe, sino que también ocasiona que la mayor parte de la gente que vive alejada de una militancia religiosa activa siga viéndola con un respeto reverencial, que nunca llegará a mostrar frente al ateísmo.
Es totalmente imprescindible seguir tratando a los ateos de forma injustificadamente discriminatoria sin caer en la tentación de analizar su postura racionalmente. Los siglos de oscurantismo y persecución nos conceden una ventaja de inestimable valor a la hora de enjuiciarlos y la visión mayoritariamente despectiva que de ellos se tiene es nuestro mayor triunfo. Siglos de adoctrinamiento de las masas han logrado que el ateísmo padezca en la actualidad la imagen de radicalidad que le caracteriza. Es así, a base de inculcar masivamente unas creencias sin base racional e incompatibles entre sí, que se ha ganado su "honorable" posición como igualmente válida y probable que la no existencia divina, quedando establecido aquí el punto medio y condenado a la categoría de radicalidad a quien se declara ateo. De ésta manera hemos ganado la gran batalla por la consideración social de la religión. Por lo tanto, ahora no podemos permitir que osen a abandonar sus escondrijos y mostrarse al mundo como si nada ocurriese. Compartimos enemigo con el resto de religiones y, pese a ser todas incompatibles eso refuerza nuestra postura. Puede que en porcentaje de dioses en los que se cree con respecto al total, la diferencia entre los ateos y mis feligreses sean mínimas, pero vitales. Ese único dios de diferencia es el verdadero y soy Yo. ¿Por qué precisamente Yo?, porque soy amor, soy estupendo y tengo un blog.
Tened fe, queridos borregos porque, al fin y al cabo, en algo teneís que creer.

2 comentarios:

Sol dijo...

ja ja ja ja!!!! Me parece genial! Acabo de caer en tu blog, así de casualidad, y ten por seguro, querido dios de los borregos, luz dadora de luz, creador supremo, que volveré.

Saludos.

lm dijo...

Nada pasa por casualidad. Fue el creador quien te guió hasta aquí, al igual que a todos nosotros.

No necesitamos a dios, pero parece que el sí que nos necesita...

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