miércoles, 20 de agosto de 2008

La verdad revelada.

El ser humano es una criatura de naturaleza curiosa que siempre ha necesitado explicación para cuanto ocurre a su alrededor. Pero mientras que el ansia de razones es universal no lo es tanto el gusto por el razonamiento. Los principales factores que dificultan enormemente la obtención de respuestas sencillas e inmediatas son:


- El límite en la capacidad mental humana.
- La falta de los conocimientos necesarios.
- La pereza intelectual manifestada en forma de "razonamiento de baja intensidad".

Cuando surge alguno de éstos obstáculos acostumbra a aparecer de inmediato otra faceta inseparable de la condición humana que es la búsqueda de atajos intelectuales, en forma de pseudorazonamientos vagos e incompletos que sólo buscan simplicidad en la respuesta. La innata tendencia para la formulación de explicaciones inconsistentes pero fáciles con los que acallar de forma engañosa la curiosidad intelectual es la causa del gusto humano por la superstición, la religiosidad y los fenómenos para-anormales. Éste tipo de pseudorazonamientos producen, muy a menudo, una indescriptible fascinación.

El desconocimiento de las respuestas racionales para ciertas cuestiones (tanto a nivel individual como de especie) no implica que éstas no existan, aunque algunas podrían incluso ser inaccesibles para la inteligencia humana. Aceptar ésto, sin incurrir en la invención de respuestas sin base racional, alguna, es algo que por suerte sólo hacen los más escépticos y ateos.

Existiendo tal demanda de explicaciones infundadas, simples y rápidas, es obvio que algo había que hacer. Un Dios como yo, plenamente bondadoso, anduve presto a facilitar las cosas diciendo cuatro cositas básicas que evitasen a mis queridos borregos arduos razonamientos o, lo que es peor, la aceptación de las falsas verdades de religiones fraudulentas. Dichos atajos, en forma de verdades absolutas, constituyen los dogmas de mi Iglesia y son del todo inamovibles mientras no peligren los cimientos de ésta, en cuyo caso han de ser reemplazadas por nuevas verdades absolutas e inmutables con las que salir del paso. También en ese caso se podría recurrir a su relativización del modo en el que se hace con la interpretación bíblica.
La verdad revelada debe ser completamente aceptada y la razón debe siempre supeditarse a ella. El avance del conocimiento deberá llegar, en su innecesario trayecto por las interminables vías de la razón, hasta el punto previamente conocido mediante mi revelación. En caso de evidenciarse lo contrario y no poderse desacreditar el proceso de razonamiento seguido ni amedrentar a su autor, bastará con excusarse en una mala interpretación de mis palabras.
Para la aceptación de la verdad revelada es clave recurrir al hecho de que el razonamiento humano es limitado. Se transforma así un punto débil para la fe, por ser una de las causas que origina la aparición de atajos infundados (el mayor de los cuales es mi existencia), en un argumento que esgrimir en su defensa.
La verdad revelada no necesita de pruebas, sino de fe, y en toda su integridad debe siempre estar protegida por el oscurantismo iluminador.

jueves, 14 de agosto de 2008

El oscurantismo iluminador.

Resulta sobradamente conocido el gran papel que siempre ha desempeñado en la historia de mi religión el oscurantismo. Es un antiquísimo recurso con innegables virtudes sobre el que quiero hacer un breve análisis:
- Desde el planteamiento de la existencia divina hasta el enorme andamiaje formado sobre él para su construcción, todos los puntos de cualquier estructura religiosa están unidos exclusivamente por la fe.
- Dado que la estructura de mi religión es completamente desmontable mediante un análisis lógico y objetivo es necesaria una protección ante dichos análisis. Es necesario por ello dotarla de un revestimiento que aparente cierta lógica. Con simples razonamientos inconexos servirá para convencer a la mayor parte de la población, necesitada de creer en algo, muy proclive a la inmediata aceptación de explicaciones sencillas y reacia al pensamiento profundo.
- Para los más viciosos del razonamiento no bastará con eso y es aquí donde entra el oscurantismo como recurso. Su uso puede ser de dos tipos:

  • Preventivo: dado el gran peligro que puede acarrear la aparición de dudas para mis feligreses es mejor anticiparse. El oscurantismo logra evitar que puedan adquirir conocimientos que hagan peligrar su fe. De esta forma se consigue que la inmensa mayoría de los creyentes tengan acceso a conocimientos muy inconvenientes para la fe. Fue un método que dio espectaculares resultados en la Edad Media y es altamente recomendable continuar empleándolo.
  • Curativo: una vez que se ha producido el ataque racionalista, bien mediante adquisición de conocimientos, bien mediante razonamiento puro, ya solo queda una defensa numantina por medio de la búsqueda de explicaciones algo más profundas que las iniciales y fuertemente cimentadas por estrategias oscurantistas. El máximo exponente de dichas estrategias es la de afirmar que es una verdad por Mí revelada y que la total falta de lógica es fruto del misterio divino. Como solución última siempre queda echar mano de que "es cuestión de fe". Hábilmente combinado con la hipocresía redentora da grandes resultados para salir del paso cuando quedan al descubierto las miserias y abusos de mi Iglesia. Con el avance racionalista el uso curativo es cada vez más necesario.

En la eterna búsqueda de poder de mi Iglesia y en su función como salvaguarda de mi fe, con su mensaje de amor y esperanza, queda patente el enorme poder iluminador del oscurantismo.

sábado, 2 de agosto de 2008

Interpretar la Biblia convenientemente.

Mi maravillosa religión tiene una referencia clara, objetiva y ejemplar que no es otra que la Biblia sagrada. En este sagrado bestseller, que muy poca gente se ha leído, se concentran tanto la historia de mi religión como sus férreos principios morales, de obligado cumplimiento para mis fieles.
La Biblia es verdadera Palabra de Dios y
el mensaje que contiene es de amor y esperanza para el género humano aunque su lectura literal puede llevar a conclusiones erróneas como las extraídas por Pepe Rodríguez en uno de sus libros.
Es cierto que lo que en ella aparece escrito tiene muy poco que ver con lo que dice mi Iglesia y eso solo puede significar una cosa, la lectura no se hace de manera convenientemente subjetiva y manipulada. Porque la clave para saber interpretarla está en guiarse fundamentalmente por la La Tradición católica, que no es otra cosa que la atmósfera o el ambiente en el que ésta se escribió. El verdadero mensaje de la Biblia no está en lo que esta dice, sino en lo que la tradición católica dicta que debe decir.
Una gran virtud que no hay que menospreciar de la Biblia es que es muy extensa, lo cual hace que siempre pueda extraerse algún fragmento para ser interpretado en favor de los más diversos postulados de la Iglesia católica. Es por eso que mi Iglesia utiliza ciertos pasajes concretos a su conveniencia, obviando los más perjudiciales para la fe.
La mejor manera de que la feligresía no reciba una objetiva en inconveniente interpretación bíblica es evitar su lectura directa y de hecho, mi Iglesia se ha encargado de que los textos bíblicos solo hayan sido accesibles para los poquísimos que sabían latín y griego hasta el siglo XVI. La siempre ejemplar Iglesia católica española ha conseguido que no hubiese una traducción al castellano hasta la última década del siglo XVIII. No deja de ser otro logro el que, pese a ser hoy en día fácilmente accesible, son muy pocos los insensatos creyentes que se la han llegado a leer, limitándose el resto a creerse dócilmente las interpretaciones usadas en su adoctrinamiento. Si algun pertinaz feligrés se empeña de todos modos en su lectura, deberá tener siempre muy presente el hecho de que no resultará una absoluta pérdida de tiempo el extraer sus propias conclusiones ya que únicamente serán válidas las interpretaciones oficiales de la jerarquía católica.
Conviene recordar que de la lectura correcta de la Biblia surge la verdadera ciencia y que, para aquellos más arrogantes que se empeñen en una lectura racional, en lugar de aceptar la correcta interpretación que surge fruto de la inspiración del Espíritu Santo, es de obligada aplicación el útil recurso del miedo a la condenación.
Es importante el hecho de que la veracidad de la Biblia se justifica en sí misma de forma circular.
Podría parecer hipócrita el formular toda una religión basada en principios morales divinos y absolutos en base a una interpretación completamente sesgada y subjetiva de unos escritos humanos pero, queridos feligreses, ¿acaso no es la hipocresía un valiosísismo recurso para salvaguardar la fe?.

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