martes, 24 de febrero de 2009

Los estigmas, hemorragias benditas.

Los estigmas son las improntas del martirio Mi chaval Jesús en su crucifixión y representan la más elevada bendición que puede recibir un cristiano aspirante, ni más ni menos, que a la santidad. Es un tema de vital importancia en Mi Santa Iglesia porque muchos de los estigmatizados acaban siendo beatificados o canonizados. Son ni más ni menos que "señales de Dios".
Es un fenómeno que comienza en el siglo XIII y se considera a San Francisco de Asís como el primer estigmatizado auténtico, ya que dos años antes un británico había proclamado ser Mi Hijo y redentor de la humanidad, exhibiendo las señales de la crucifixión pero acabó siendo detenido por impostor ya que se consideró que eran auto-infligidas.
Después de San Francisco proliferó la piadosa moda de llevar heridas en las palmas de las manos, en los pies y en el costado, siendo muy abundantes los casos de fe sangrante. Algo ciertamente sospechoso es la gran variedad de tipos de heridas, que podrían despertar ciertas suspicacias.


Los dos casos más famosos del siglo XX son Teresa Neumann y el Padre Pío. A la primera sólo le fluía la sangre de las heridas poco después de abandonar su cuarto y del segundo nunca pudo demostrarse la profundidad de sus heridas de las que sólo se veía una costra que cayó en el momento de su muerte. Eso no quita para que el Padre Pío fuese un exitoso objeto de culto y que se vendiesen trozos de tela manchadas con sangre de pollo como supuestas reliquias.
Entre los estigmatizados es muy frecuente una propensión hacia el autocastigo y la mutilación, abundando los fraudes probados. A ésto debe unirse que ciertas infecciones víricas pueden también presentar síntomas similares, como el papiloma.
Por último tengo que reconocer que la crucifixión se realizaba clavando al reo por las muñecas, entre la base del cúbito y del radio, y no por las palmas de las manos, ya que éstas no soportan el peso del cuerpo. Los culpables de ésta equivocación son los artistas religiosos, al haber mostrado los clavos atravesando las palmas de las manos de Cristo en sus pinturas y esculturas desde el siglo IX hasta la actualidad. Sólo desde que, recientemente, ésto ha sido conocido, han aparecido fervorosos estigmatizados con heridas en las muñecas. Aunque ésto pueda parecer un duro golpe a su credibilidad, lo realmente maravilloso es que haya miembros de Mi rebaño que viven con tal plenitud su fe en Mí. Además, los estigmas no son sino otra importante manifestación de la mejor religiosidad posible, la que garantiza una transcendencia realmente cutre.
Por lo tanto quiero resaltar que los estigmatizados son sujetos de un misticismo incomparable, con un ejemplar fervor religioso que les hace dignos de admiración y de culto. Son el prototipo de creyente que hace grande tan hemorrágica fe y dan esplendor a Mi Iglesia, mientras ejercen de verdaderos paradigmas de disfrute religioso de la vida, entre sangrantes automutilaciones.

7 comentarios:

Unknown dijo...

El Vaticano envía "expertos" para determinar la supuesta fiabilidad de los estigmas y siempre me he preguntado ¿utilizarán allí el diabólico método científico o qué? por que supuestamente son bastante celoso de estos farsas *ejem* digo, milagros.

El Creador dijo...

Lo importante es que se dejen guiar por su fe.

lm dijo...

"ya que se consideró que eran auto-infligidas..."

NNNOOOOOOO!!!!!!!

¿En serio habra alguien que ose afirmar que estas personas solo tratan de engañarnos?¿Dudan de su fe y su sinceridad? Malditos ateos escepticos.

El Creador dijo...

Sí, estimado Leonardo, aunque cueste asimilarlo, hay desalmados que llegan a tal grado de incredulidad.

Guerrero dijo...

El problema de la religion s que la mayoria de las personas creen en hechos religiosos supuestamente verdaderos pero que sólo se han distoricionado con el tiempo y no saben lo que hay detras o la verdadera historia detras de todo eso, creo que antes de arrodillarse o creer en algo deberian investigar más.

saludos

El Creador dijo...

Lo cierto es que la mitología y el gusto por las leyendas siempre han sido grandes aliados de la religiosidad.

Naroha dijo...

Ay señor, tu siempre iluminándonos. Lo que no saben los pobres estigmatizados que no se puede crucificar a una persona clavando los clavos en la palma de la mano. Esta se desgarraría y el crucificado se nos caería al, o quedaría colgado de los pies, caído hacia adelante, en una posición poco digna.
El clavo de los brazos se colocaba en la muñeca, entre el cúbito y el radio.
Claro, la culpa es de los pintores y escultores de las sagradas imágenes, que no sabían anatomía.

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