lunes, 20 de julio de 2009

Mi sádica condición.

Pese a que Mi bondad es algo que resulta absolutamente indiscutible e indispensable para Mi religión, no es difícil para el común de los mortales percibir que, siendo Yo el único creador de todo lo existente, también soy el responsable último de todo el mal y el sufrimiento que padece Mi creación. Éste espinoso asunto ya quedó completamente aclarado en Mi anterior entrada titulada "Mi Infinita bondad".
Una vez que se admite, por medio del Misterio Divino si hace falta, que Yo soy bondad en estado puro también tengo que admitir que la crueldad también forma parte de Mi sublime condición. Reconozco que obtengo un placer inusitado infligiendo dolor a las criaturas de Mi creación. Es esa la verdadera causa de que Me decidiese, de forma completamente arbitraria, a crear el mal y el sufrimiento. Me deleita ver cómo Mis feligreses cargan sobre su conciencia con una constante carga de culpa por quebrantar las prohibiciones por Mí impuestas, como consecuencia de una condición de la que Yo les doté a Mi antojo. Lo mismo Me sucede al condenarlos misericordiosamente al justiciero fuego eterno del Infierno.

También disfruto sobremanera exigiendo a Mis cobayas humanas sumisa resignación cuando de manera caprichosa decido llenar sus vidas de gratuito sufrimiento. Eleva mucho la autoestima ver lo necesaria que resulta Mi salvadora intervención para encauzar la marcha de un Mundo que padece las consecuencias de Mi incomparable indolencia y de Mis acostumbradas ausencias. Porque lo mismo Me reconforta el sufrimiento por Mí ocasionado directamente, como el originado pasivamente por las calamidades fruto de la omisión de Mis responsabilidades y de Mi todopoderosa ayuda. También es muy importante como, de forma indirecta, se alimenta Mi insaciable autoestima al contemplar la destrucción ocasionada por el malvado Satanás, al que Yo mismo creé.


Mi sadismo es también la verdadera causa que explica las guerras, y muy especialmente, las libradas en Mi nombre. La combinación de éste con el concepto de Patria siempre a generado un valeroso y desatado ardor guerrero.

A diferencia de muchos de los aspectos de la religión, será muy fácil para Mis lectores comprender que así se obtiene una indescriptible y majestuosa sensación de dominio sobre toda Mi Creación, cuyo fin es servir de alimento para Mi infinita arrogancia. Porque de nada sirve ser Dios si no puedes disfrutar de los privilegios asociados a tal condición.
Aquellos de Mis devotos seguidores que se sientan contrariados con lo que aquí expongo quiero decirles que eso siempre ha sido siempre así y, en mayor medida, en la vengativa, genocida, obsoleta y muy iracunda versión Dios 1.0. Tampoco están nada mal la sangre que hice derramar a Mi hijo y las torturas a las que se vio sometido, para actualizarme a Dios 2.0.. Tan sólo tenéis que consultar la Biblia, ese libro sagrado en la que se adoctrina a tantas tiernas mentes infantiles para conocer verdaderamente a ese Dios sediento de sangre que soy Yo.


Una de las maneras de las que más Me gusta manifestarme es mediante los estigmas, esas maravillosas manifestaciones de una fe auténticamente hemorrágica. También es de siempre conocido lo mucho que Me gusta el dolor físico como trámite necesario a cumplir por Mis fieles cuando quieren hacerme súplicas o mostrarme su agradecimiento. O Mi fijación con la penitencia, y Mi preferencia por aquellos que autodisciplinan de manera sangrante con aparatos tan ingeniosos como el cilicio, de tan acostumbrado uso en el Opus Dei.

Me encanta que se Me alabe por medio de procesiones con tintes verdaderamente macabros en las que Mis feligreses se recrean en las torturas sufridas por Mi chaval Jesucristo, a la vez que se fomenta el más ejemplar cutrerío religioso y se cultiva el necesario gusto por la ostentación.


El martirio en Mi nombre y en el de la defensa de Mi fe siempre ha sido muy valorado por Mí y por Mi Santa Iglesia, que acostumbra a premiarlo con la santidad.


Tengo que confesar que echo mucho de menos los tiempos de la Santa Inquisición, que tanto bien ha hecho por el género humano, y que tantos momentos inolvidables Me ha deparado.

Puede parecer evidentemente contraproducente para la fe el hecho de que hable tan explícitamente como lo he hecho en ésta entrada de Mi sádica condición, pero lo cierto es que, cuando se trata de temas religiosos, la evidencia siempre acaba postergada ante la profunda necesidad humana de creerse elegido por Mí, un Dios al que temer y respetar pero cuya bondad garantiza la tan ansiada y reconfortante transcendencia. El constreñimiento del pensamiento que ocasiona la fe tiene, así mismo, efectos protectores muy beneficiosos para su preservación frente a los más perniciosos razonamientos. De hecho, el miedo y el sufrimiento tienen la maravillosa y provechosa virtud de generar una profunda fe en el ser humano. Al fin y al cabo, el bien y el mal son algo meramente absoluto que Yo siempre puedo cambiar.
Por supuesto que también hay alegrías en la vida y es que no podría ser de otra forma porque, es proverbial Mi bondad e infinita Mi Misericordia. De hecho es gracias a la fe en Mí como más se disfruta la vida, pese a lo que puedan decir los denostables ateos. Es por eso que os ruego, queridos feligreses, que Me busquéis en vuestros corazones y que os abandonéis aborregados y libres de los perniciosos efectos de la razón, a Mí, vuestro buen pastor, conscientes de que el sufrimiento no es sino una grandiosa virtud destinada a mitigar el insaciable sadismo, que caracteriza a vuestro Dios, único referente válido para la moral humana.

lunes, 13 de julio de 2009

Dios y Patria.

Quiero analizar la tradicional mezcolanza que se ha producido entre los términos Dios y Patria. La recurrente asociación de éstos dos conceptos ha sido muy provechosa para las diferentes religiones a lo largo de la historia. Tan extravagante binomio se compone de:
- Dios. Término que define a la causa primera del Universo, en cuanto que ser de existencia infinita creador de sus leyes y de todo lo existente. Se trata, en teoría, de un concepto claramente universal.
- Patria. Se refiere a una porción determinada de territorio del Planeta Tierra, de extensión insignificante comparada con la inmensidad del Universo, definida en base a estar habitada por un grupo étnico o cultural determinado de entre los muchísimos que hay dentro de la especie homo sapiens, que supone solamente una de las millones de especies vivas existentes. Se trata, por lo tanto, de un concepto indudablemente localista de magnitud completamente despreciable frente a lo universal.
La fuerte asociación de éstos dos términos puede resultar ridícula y completamente inexplicable si se analizan las abismales diferencias de escala de aquello que engloban. El hecho de pretender que Yo, en Mi suprema grandeza, pueda mostrar un favoritismo especial por un determinado grupo humano que habita cierto ámbito geográfico denota una profunda cerrazón mental de aquel capaz de concebir tan pintoresca idea. El que siempre haya existido ésta concepción religiosa pueblerina puede ser fácilmente explicado si se considera a las deidades como simples criaturas mitológicas creadas en base a las necesidades tribales humanas de establecer el respeto por una autoridad superior que sea compartida por todos los miembros del grupo. También resulta fundamental la imperiosa necesidad humana de creerse el centro del Universo. Con el surgimiento de las modernas religiones monoteístas, cada pueblo pasa de crear a versionar la deidad en cuestión, de tal forma que pueda seguir considerándose bien como elegido por ella o bien que, al menos, siga desempeñando su ancestral labor de autoridad tribal. Parece que es tan sólo un profundo y visceral irracionalismo lo que subyace y cimenta la combinación de Dios y Patria. A lo largo de la historia son muchos los que han muerto o han matado defendiendo ésta extraña y recurrente amalgama.


Es así como tan virtuoso binomio, pese a su marcada incoherencia conceptual, resiste estoicamente el paso de los tiempos, sirviendo de acicate para la fe. La verdadera suerte es que la corrosiva razón nunca se haya llegado a mezclar en éstos asuntos, dominados únicamente por el primitivismo costumbrista de las más rancias tradiciones. Ni que decir tiene que Me estoy refiriendo solamente a aquellos países de tradición católica como España, donde tanto bien ha hecho ésta casposa asociación de Dios y Patria. De no ser por la constante intervención de Mi implacable Iglesia en connivencia con la más reaccionaria extrema derecha, éste piadoso país habría seguramente sucumbido mucho antes al libertinaje de la cultura y la razón. Es la tutela de esa sacrosanta Iglesia, que tanto necesita el dinero de los contribuyentes, la que ha logrado mantener durante muchos años al país en los niveles de subdesarrollo e ignorancia que tan provechosos resultan para la fe. Por desgracia, con la llegada de la democracia y de las libertades, se corre el riesgo cierto de que la sociedad se olvide de Mí, y de la grandeza de una Patria siempre al servicio de Dios.


¡Alabados sean aquellos cuya profunda cerrazón y limitación mental les sigue avocando a la idea de una Patria grandiosa y temerosa de Dios!. ¡Bienaventurados aquellos individuos unineuronales que violenta e irracionalmente defienden tan noble causa!. Su manifiesta inferioridad mental debe ser siempre ensalzada y tomada como ejemplo de borreguismo por el resto de Mi rebaño. Porque aunque en su proverbial ignorancia se crean lobos, Yo se que son únicamente los más estúpidos de entre todos Mis borregos, y como tal, compasivamente, serán pastoreados hacia la luz de Mi infinito amor, cuyo máximo exponente es éste blog. Sólo con tan "valerosa" incapacidad cerebral resulta posible el retorno de la grandeza y la gloria, que en justicia siempre nos ha correspondido, y que debe ser el merecido homenaje a los que, despreciando sabiamente el valor de sus propias vidas, resultaron caídos por Mí y por España.


viernes, 3 de julio de 2009

Dios 2.0.: El Nuevo Testamento.

Pese a la absoluta inmutabilidad de Mis Valores, los tiempos avanzan que es una barbaridad y tras varios cientos de años, tiempo verdaderamente insignificante para una criatura como Yo cuya es existencia infinita, se hace perentoria la necesidad de renovarse para seguir estando acorde a las necesidades humanas. Para ello se requirió una actualización de la ya demasiado primitiva, cruel y genocida versión Dios 1.0.. Para dicha actualización resultó básica la creación de un nuevo complemento en forma, ni más ni menos, que de Mi propio hijo. El hecho de que un ser como Yo, idealizado hasta la más suprema perfección y proclamado como causa primera que explica el origen del Universo, tenga un comportamiento tan humanizante como el de tener un hijo puede resultar algo desconcertante, pero efectivo. Constituye una nueva demostración de que, por muy chocante que resulte, dentro de Mi condición tiene cabida desde la creación de todo lo existente y la autoría de las sublimes leyes del Universo, hasta los comportamientos más mundanos y cutres, muy acordes a los gustos humanos.
El hecho de Me decidiese por la paternidad se ha demostrado como todo un acierto, una vez vista la enorme aceptación y popularidad de Mi Hijo, que ha conseguido la importantísima misión de que la fe en Mí se propague por todo el mundo superando su antigua área de distribución, muy limitada al pueblo judío. Por desgracia fue dicho pueblo quien renegó de tal actualización, ya que la versión antigua estaba creada exclusivamente a su medida. Además, Mi chaval Jesucristo, se ha convertido en un verdadero ídolo de masas, hasta el punto de que la devoción por Él ha acabando muy frecuentemente relegándome a Mí a un mero segundo plano. Su gran poder de seducción Me ha servido también para que se olvide en gran medida la obsoleta versión Dios 1.0., creando una religión más amable y vendible. Con la creación del Nuevo Testamento se actualiza igualmente Mi Libro Sagrado y se pretende dar el prestigio de verdad histórica a toda la mitología que rodea a la figura de Mi Hijo. Pese a que los Evangelios que se incluyen en la Biblia, han sido arbitrariamente elegidos de entre todos los existentes en función de su credibilidad y a que fueron escritos tiempo después de su muerte, se utilizan recurrentemente como pruebas para defender el carácter divino de Mi Hijo. La supuesta historicidad es muy a menudo utilizada como recurso empírico al que aferrarse a la desesperada para demostrar Mi Existencia.
Pese al indudable éxito que ha supuesto para Mi Religión el nacimiento de una madre Virgen de Mi Hijo, tengo que reconocer que me he inspirado considerablemente en la mitología de cultos paganos anteriores, cuyo poder de penetración en las masas estaba sobradamente contrastado. El verdadero escollo a salvar es la grave incoherencia conceptual de una religión monoteísta con dos dioses a los que, para más inri, hay que sumar el enigmático "Espíritu Santo". El hecho que ambos seamos distintos pero la misma persona a la vez es algo enormemente incoherente, pero que permite la necesaria actualización a Dios 2.0.. Por suerte, el Misterio Divino siempre puede justificarlo todo, permitiendo la pacífica cohabitación de tres dioses dentro de una religión monoteísta.
Pese a que no parece lógico basarse en antiguos aspectos mitológicos de cultos paganos para realizar una actualización de Mi religión, con Dios 2.0. y su complemento Jesucristo, se consigue que Mi religión sea más cutre, popular y cercana, favoreciendo su difusión. El éxito de dicha actualización y la satisfacción que produce la paternidad no quita para que tenga que reconocer que para alguien con tanto afán de protagonismo como Yo, el hecho de que Su Hijo Le haya eclipsado de tal forma, no Le resulta del todo grato. Ese es, hijos Míos, otro de los motivos que Me llevó a abandonar Mi ancestral indolencia, crear éste Blog y promover la Cibereligiosidad.

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