miércoles, 16 de septiembre de 2009

Tomarse en serio la fe. Los fundamentalismos.

La religión sólo es útil si sirve para generar certezas y para ello necesita que se fundamente en principios y dogmas de carácter absoluto. Eso, querida feligresía, es algo vital para todas las religiones aunque, claro está, la única verdadera sea la Mía.

Frente a Mi verdad absoluta e inamovible, sólo puede haber una forma correcta de actuar, y es el pleno acatamento de los principios de Mi Iglesia. Aquel sujeto religioso que piense que puede tener fe en Mí, creyendo sólo en una parte de dichos principios, por él seleccionados en base a un criterio propio, manifiesta un grave desconocimiento del funcionamiento de Mi fe. No cabe, por tanto, tomarse la fe más o menos en serio al gusto del consumidor. Quien piense que puede considerarse creyente sin tomarse la fe completamente en serio está asumiendo el relativismo de lo presuntamente absoluto y la falsedad de la religión. Esto a su vez supone reconocer tácitamente que se considera la fe como una mera creación a la medida de las necesidades humanas. Es de alabar, por tanto, aquella gente que obra desoyendo el más elemental sentido común y se deja guiar ciegamente por su fe, como ocurrió en el caso de la noticia que Me proporcionó el gentil feligrés Telecansino, acerca de un devoto practicante de una rama desviada de Mi religión: http://www.publico.es/internacional/242388/padre/quedo/rezando/vez/llevar/hija/hospital/culpable/homicidio.

Resulta alentador ver cómo el constreñimiento mental que produce la fe puede puede llegar a anular a alguien su raciocinio hasta tales extremos.
Es por eso que Mi fe sólo puede tomarse de una forma, que es totalmente en serio. No ocurre lo mismo en otras religiones que, por no estar basadas en verdades fraudulentas, resultan una completa y aberrante farsa que surge simplemente de una respuesta falcilona a la visceral necesidad humana de transcendencia. En esos casos, el hecho de tomarse completamente en serio la fe, y llevar una vida del todo acorde con los dogmas religiosos se denomina fundamentalismo y resulta algo siempre muy peligroso para la humanidad. Como consecuencia de éste fundamentalismo se coarta el desarrollo de las sociedades humanas y del conocimiento, se dificulta el progreso científico y se originan conflictos, guerras y atentados terroristas en el nombre de falsas deidades. La obligación de aquellos de Mis feligreses, cuya fe sea plena y sincera, ante aquellos con una fe desorientada ha de ser la de enseñar y propagar la fe en Mí, con el inmenso amor que ésta conlleva. Eso incluye a miembros de otras religiones y a no creyentes. Por eso, los sistemas políticos que se olvidan de la verdad divina y se rigen por leyes ajenas a las Mías son tan perniciosos, y el laicismo es algo tan aterrador.
Quiero dejar bien claro que se puede tildar de fundamentalismo únicamente a otras religiones en la medida en la que se basan en unas falsas verdades susceptibles, por tanto, de relativización, pero nunca a Mi religión verdadera, garantía de paz, progreso y libertad, pero siempre a Mi servicio, el verdadero Dios.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mi olvidadiza Omnisciencia.

Hoy quiero hablaros, querida feligresía internáutica, de Mi omnisciencia. Porque tal cualidad de un servidor, es sobradamente conocida y demandada por el grueso de la población. Yo soy omnisciente por definición y, por muy maravilloso y que esto pueda parecer, lo cierto es que también Me plantea algunos inconvenientes. Porque es fácil entender que si Yo, único y estilizado creador de todo lo existente, conozco cuanto ha ocurrido, ocurre y ha de ocurrir, necesariamente sé muy bien hasta el más mínimo detalle de las vidas de cada una de Mis criaturas. Si esto lo aplicamos a aquellas pertenecientes a la especie humana, tan necesitada siempre de Mí, es evidente que conozco el futuro de todas y cada una de ellas. Aquí aparece el primer inconveniente de Mi Omnisciencia. Si Yo conozco de antemano si Mis feligreses van a venirse al Cielo o van a ser castigados a la más penosa condenación como castigo por sus pecados, su libre albedrío parece simple palabrería. Por el contrario, si Mis criaturas son realmente libres, Yo no podría ser Omnisciente, por no conocer sus decisiones futuras. En esta inconveniente incongruencia religiosa, nunca deberían caer aquellos cuyo pensamiento está lo suficientemente constreñido por la educación religiosa, ni aquellos cuyo corazón alberga una fe verdadera, virtuosa y sincera, a salvo de los peligros de la razón. Pero teniendo en cuenta que siempre puede haber algún desconfiado ateo que use esta incongruencia para justificar su infame condición, tengo que decir que la explicación es fácil, convincente e inapelable; el Misterio Divino. Así se es como queda zanjada esta aparente contradicción.

Otro inconveniente puede considerarse el hecho de que Mi Omnisciencia sirva para remarcar Mi natural sadismo, dado que no me pierdo detalle de los padecimientos sufridos por todas y cada una de Mis criaturas. Por suerte, un pavoroso temor hacia Mí hace que esto no tenga mayores consecuencias.
Es justo reconocer que el hecho de conocerlo todo, no impide que tenga frecuentes olvidos. A todo el mundo se le olvidan cosas y Uno no es una excepción, aún no siendo humano, sino divino. Además es bien conocido que la memoria se pierde con la edad y la Mía es infinita. Esta cualidad Mía también es bien conocida por Mi más devota feligresía, que acostumbra a hacerme insistentes ruegos y peticiones, bien directamente, bien por mediación de los infinitos cristos, santos y vírgenes que abarrotan Mi religión. De no ser por estos ruegos, que tan bien Me vienen, además, para alimentar Mi infinita arrogancia, es bien seguro que se Me olvidarían muchas más peticiones de Mis feligreses y que condenaría muchas más almas de sus seres queridos al fuego eterno del Infierno. Eso incrementaría más, si cabe, la desoladora sensación de ausencia que Me rodea. Puede considerarse una prueba de Mi superioridad divina el hecho de que, de del defecto de tener una omnisciencia tan olvidadiza, haya sabido extraer la virtud de la gran aceptación que esto tiene en Mi feligresía. Agradezco mucho, por ello, su obsesiva tendencia por recordarme continuamente sus inquietudes, mediante sus recurrentes rituales de los que tanto disfrutan y de los que tan bien sabe sacar provecho económico Mi Iglesia.

Difunde Mi Palabra

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...