martes, 21 de diciembre de 2010

Monoteísmo del bueno.

En estas fechas tan señalizadas quiero traeros, hijos Míos, una bella estampa familiar del elenco de deslumbrantes deidades que forma esa Mi religión, auténticamente monoteísta. El hecho de que existan tantas criaturas con superpoderes a las que poder orar no es sino una respuesta a las demandas del crédulo rebaño humano, siempre tan necesitado de una transcendencia poseedora de las mayores cotas de cutrez.



Así que hay queda ese maravilloso ejemplo de familia tradicional cristiana, devotos Hijos Míos, profesantes de una religión como la católica, verdadera garante de un monoteísmo del bueno.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un Dios de marca blanca.

El avance de los tiempos, con lo que de progreso de la la razón, del conocimiento y de las libertades conlleva, ha ocasionado un incremento del número de gente a la que le cuesta más creer en las deidades tradicionales a medida que se van quedando desfasados los arcaicos postulados de sus religiones ancladas a unas verdades reveladas absolutas y, por tanto, necesariamente inamovibles. Resultan entonces especialmente contraproducente para la fe valores tan importantes como el Oscurantismo, la Hipocresía y el Absurdo que caracterizan a Mi Iglesia. Eso por mucho que se consiga un cierto progreso con la ayuda de unas constantes e inevitables reinterpretaciones y relativizaciones de lo absoluto con el único fin de no quedarse fuera del mercado.
Es así que cada vez es mayor el número de gente que realiza una interpretación propia al gusto de sus necesidades, construyéndose su propia deidad a conveniencia. Ya que "en algo hay que creer", es más fácil hacerlo en una deidad genérica hecha a la medida del individuo.


Este proceso puede darse de muy diversos grados, yendo desde un simple tuneado de deidades como Yo o Mi Hijo, o la deidad predominante en el ámbito geográfico del sujeto, hasta la completa construcción de una nueva deidad tanto con con mezcla de varias como con imaginativas aportaciones propias. Lo único importante en el proceso es crear una deidad con el atractivo irresistible que proporciona el creer en lo que se ansia creer.
Quiero dejar bien claro que para considerarse un auténtico católico hay que creer en todos y cada uno de los caducos dogmas y preceptos de Mi Iglesia, ya que el hecho de cuestionárselos, olvidarlos o seleccionarlos al gusto para una mejor digestión, no tomándose en serio la fe como un buen borrego, simplemente porque sean Absurdos, sólo sirve para alejar al individuo de Mi verdad así como para acercarle a fuego eterno de la condenación, por mucho que pueda servir para aplacar los miedos existenciales y la necesidad de creer en lo sobrenatural.

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